No es casual que la música caribeña por antonomasia lleve aparejado el adjetivo de salsacaliente porque la profusión de percusiones, vientos, guitarras y teclas que acompañan sus canciones picantes y sensuales es una obligatoria incitación al baile para exudar las toxinas combatiendo con toda la sabrosura los rigores veraniegos.
Si hay un combo que representa la magnitud de la salsa y su propagación mundial es la Fania All Stars, sello fundado en Nueva York a finales de los 60 por el flautista, arreglista y compositor dominicano Johnny Pacheco y que ha aglutinado a decenas de los más granados artistas latinos hasta la actualidad.
El elenco es impresionante y casi interminable. Baste citar a cantantes como el panameño Rubén Blades, la legión de puertorriqueños: Héctor Lavoe, Cheo Feliciano, Adalberto Santiago, Ismael Miranda...; la cubana Celia Cruz o el neoyorquino de origen boricua Willie Colón.
Además de los músicos Ray Barreto, Pappo Luca, Bobby Valentín, Mongo Santamaría, Roberto Roena, Yomo Toro, Louie Ramírez, el propio Pacheco e ilustres invitados de la talla de Tito Puente (compositor de Oye cómo va), Joe Bataan, Manu Dibango, Jorge Santana (hermano de Carlos) o Bobby Cruz, entre muchos
Quítate tú pa ponerme yo
Cual reguero de pólvora la fama de la Fania se extendió rápidamente con conciertos multitudinarios, primero en Nueva York (en el Yankee Stadium congregaron a más 40.000 espectadores) después en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) y paulatinamente por todo el orbe, de Zaire a Japón y también España, donde actuaron en el Palacio de los Deportes de Barcelona en 1981.
Quítate tú, una exaltación festiva con participación de todos escrita por Pacheco y Valentín, se convirtió enseguida en su estandarte en conexión con el público.
Lavoe, nacido en Ponce y probablemente el más carismático del grupo con el micrófono en la mano, interpretó varias de las imprescindibles en directo como Mi gente.
"Mi gente ¡ustedes! Lo más grande de este mundo. Siempre me hacen sentir
un orgullo profundo", evidencia su capacidad natural para ganarse al respetable y hacerles partícipes de la fiesta salsera.
Pedro Navaja
Otra de las atracciones de la Fania era incluir temas de sus estrellas, como es el caso de Rubén Blades con su inmortal y trágica Pedro Navaja, que primero grabó con Willie Colón en su álbum Siembra de 1978. Se trata de la canción salsera más vendida de la historia.
Cuenta la muerte de un mafioso y proxeneta que deambula por las calles de Manhattan y se encuentra con Josefina, una prostituta que se había independizado de él. Pedro Navaja enfurecido la acuchilla pero ella también consigue dispararle mortalmente. Ambos quedan tendidos en la acera y un borracho que pasaba por allí les roba sus pertenencias.
La gata y el ratón
Cheo Feliciano fue otro de los cantantes estelares de la Fania, especialmente por El ratón, una metáfora sobre la insistencia de una gata en perseguir a un gato.
"El ratón es un concepto, se trata de seres humanos proyectados en animales, que equivale a ‘un sapo’ (un chismo) que lleva y trae y causa líos. Hubo una situación en nuestro Sexteto, donde una mujer de algún músico nos mantenía en agua caliente, mejor en candela, por ella surgieron problemas continuos", comentaba Feliciano.
Mención especial al estupendo solo de guitarra de Jorge, el menor de los hermanos Santana.
¡Azúcar!
La habanera Celia Cruz, indiscutible reina de la salsa, fue la única mujer integrante del combo durante su etapa en los 70 con un tremendo reconocimiento que continuó con la Sonora Matancera y en solitario.
Con la Fania solía cantar el popular tema de los Gypsy Kings Bamboleo, realzado con su imponente voz y el emblemático grito, intransferible seña de identidad: ¡Azúcar!
Ponte duro
Fiel ejemplo de la extraordinaria fuerza que desencadenaba la Fania en directo lo encontramos en Ponte duro. Un torrente sónico de timbales, bongos, congas, maracas, batería, el piano embalado, el abrazo que todo lo abarca de la sección de vientos mientras el coro repite incesante las dos palabras del título.
Lavoe tenía fama de llegar siempre tarde y Pacheco le escribió la divertida Rey de la puntualidad. Sus compañeros le dicen: "Tu gente quiere oír tu voz sonora, nosotros solo queremos que llegues a la hora", y el 'cantante de los cantantes' les da la replica: "Están equivocados, se lo digo como un hermano, no soy yo quien llega tarde, ustedes llegan muy temprano".
La llama no se apaga
Superado el medio siglo de existencia, la mayoría de sus integrantes han muerto pero la llama de la Fania All Stars no se ha apagado. Hasta 2021 la siguió dirigiendo Johnny Pacheco, que falleció a los 85 años, y desde entonces el combo no ha dejado de actuar esporádicamente para perpetuar su espíritu festivo y vitalista.
¡A disfrutarlo, háganme el favor! Ahhh y ¡Azúcarrrr!
Discos recomendados: Live At The Red Garter (1968), Live At The Yankee Stadium (1975), Viva La Charanga (1986), Live In Puerto Rico (1995), Ponte Duro: The Fania All Stars Story (recopilatorio, 2010).
Si existiera un censo del mayor número de talentos del rock por metro cuadrado seguro que muy en cabeza figuraría Athens, población de apenas cien mil habitantes en el estado de Georgia y famosa también por albergar las finales de fútbol de los Juegos Olímpicos de Atlanta'96.
Esta 'Atenas' yanqui es la cuna de una larga lista de grandes bandas y artistas como B52´s, Drive-by Truckers, Guadalcanal Diary, Vic Chesnutt, Drivin'n'Cryin', Pylon, Love Tractor, Elephant 6… y los más universales R.E.M..
Nathaniel Rateliff no ha inventado nada ¡ni falta que hace! porque lo suyo es revivir a las mil maravillas la esencia de las raíces del rock en nuestros días.
Este oso de luengas barbas pelirrojas, sombrero bien calado y generosa tripa está catalogado de estilo Americana, pero bascula con soltura del folk al Rhythm & Blues con una voz más grave que la caja de los truenos junto a los estupendos The Night Sweats.
Tearing At The Seams (2018), segundo álbum no por casualidad en el mítico sello Stax, todavía está caliente y supone una saludable forma de conocer a este artista de Misuri radicado en Denver.
Bangles fue el grupo de mayor éxito en la explosión de bandas femeninas que afloró en los 80.
Estas californianas poseían (valen apuestas si más que las Go-Go's) un indudable atractivo físico, pero por encima de ello ofrecían un estupendo sonido power-pop, buenas composiciones propias y un gran tino para elegir versiones.
Todo empezó en 1981 cuando las hermanas Vicki (guitarra) y Debbi Peterson (batería) atendieron un anuncio en un periódico local de Los Angeles de Susanna Hoffs (guitarra) que buscaba banda. Después de un EP y reclutar a la bajista definitiva Michael Steele (ex-Runaways) la Bangles ya estaban listas para comerse el mundo.
Cuando a principios de 1972 los Rolling Stones se recluyeron con el estudio móvil a cuestas en la mansión de la costa del sur de Francia de Keith Richards, donde es probable que consumieran algo más que agua y tabaco, tenían ante sí el difícil reto de no desmerecer la excelente secuencia de sus anteriores trabajos: Beggars Banquet, Let It Bleed y Sticky Fingers (aparte del directo Get Yer Ya-Ya's Out).
Poeta y cantante con un hipnótico atractivo sexual en el escenario, unido a una vida de total transgresión que tuvo el épico desenlace de una temprana muerte a los 27 años en París (1971) ha convertido a Jim Morrison en una perenne leyenda.
Este icono del rock, por suerte, fue mucho más que una imagen seductora porque siempre formó parte de un sólido grupo de grandes músicos, The Doors.
Ray Manzarek, teclista de esmerada formación clásica que conoció a Morrison en la Universidad de Los Angeles; Robbie Krieger, un excelente guitarrista, y John Densmore, solvente batería educado en el jazz (nunca tuvieron un bajo en plantilla) le dieron el mejor envoltorio posible a las letras del 'Rey Lagarto', enriquecido con la producción de Paul A. Rothchild.