Katrina and the Waves tomaron las listas con "Walking on Sunshine", una canción que desde el primer redoble de la batería produce una ola de optimismo, de alegría contagiosa y soleada como su título.
Es hora de sentirse bien / Solía pensar que quizás me querías
ahora sé que es cierto / Y no quiero gastar mi vida esperando por ti
Ahora no quiero que vengas a pasar el fin de semana,
no quiero que vuelvas para un día, no, no, no
simplemente te quiero de vuelta y quiero que te quedes
Estoy caminando bajo el sol / y es hora de sentirse bien
El amor resplandece, el sol brilla y el mundo es estupendo. Ideal para levantarse de la cama con el sentimiento ese de "hoy va a ser un gran día".
No fue esta la única canción excelente de Katrina and The Ways: "Going Down to Liverpool", su primer éxito aunque fuera en la versión que hicieron las Bangles y que les abrió las puertas del mainstream; "Do You Want Crying" o "Que te Quiero", son también fantásticas rodajas de pop vigoroso y euforizante.
Todas estaban en Katrina and The Waves (1985), su debut multinacional y el álbum que les lanzó al éxito con las mismas canciones - regrabadas, eso sí-, que habían pasado sin pena ni gloria cuando fueron publicadas un par de años antes por un sello canadiense.
La vocalista Katrina Leskanich, natural de Kansas, acaparó el protagonismo, pero fue el guitarrista británico Kimberley Rew quien compuso la mayoría de los temas del grupo, incluido "Walking on Sunshine".
Cuando se enroló junto a Katrina y sus Olas, Rew ya acumulaba un bagage ilustre con los Soft Boys, un grupo de Cambridge capitaneado por Robyn Hitchcock.
En su corta trayectoria, los Soft Boys dejaron el memorable "Underwater Moonlight" (1980) y desarrollaron un sonido peculiar, crudo y psicodélico, muy influyente en la música alternativa posterior. Que les pregunten a REM, sin ir más lejos.
La conquista del mundo de Katrina and The Waves fue efímera porque sus siguientes entregas alcanzaron una repercusión discreta. Sin embargo, esa conquista tuvo un segundo e insospechado capítulo años más tarde: el Festival de Eurovisión.
El grupo fue elegido en 1997 para representar al Reino Unido en el certamen, que aunque ya nació vetusto, ahí sigue, incombustible, y logró una rotunda victoria con "Love Shine a Light" (1997), un tema alejado del estilo que los hizo populares pero varios cuerpos por encima de las joyas que acostumbra a repartir el Festival.
Con Katrina haciendo gorgoritos y desplegando carisma, Kimberley Rew, una vez más autor de la canción, completó un insólito viaje desde el submundo del rock de culto británico hasta los oropeles eurovisivos de cartón piedra.