Aunque 'punk' es la etiqueta que ha acompañado a The Muffs desde que se formaron al comienzo de los noventa, más que la aceleración o la furia guitarrera lo que ha distinguido a la banda durante toda su carrera ha sido el inagotable talento de Kim Shattuck para crear melodías fantásticas en la tradición canónica del rock & roll que inauguraron los Beatles, los Kinks y compañía.
Esa talento brilla de nuevo con fuerza en "No Holiday", el último regalo que Kim ha querido dejar a sus fans, publicado 16 días después de su muerte.
Hace poco más de dos años Shattuck fue diagnosticada con ELA, una enfermedad que ella ya conocía de cerca porque la habían sufrido su padre y otros familiares próximos. Kim se conjuró entonces con Ronnie Barnett y Roy McDonald, sus incondicionales compañeros en los Muffs desde hace casi tres décadas, para grabar un último disco.
Al proyecto se sumó también, entre otros, Melanie Vanmen, que estuvo en la primera formación de The Muffs y también fue compañera de Kim en Pandoras y, últimamente, en The Coolies, un delicioso proyecto fraguado también con Kim ya enferma.
Las condiciones en las que "No Holiday" fue grabado hacen de él algo extraordinario: desde hace año y medio Shattuck no podía andar ni hablar, según han contado sus compañeros, pero aun así quiso supervisar cada detalle del proceso de producción de temas de distintas épocas que ella tenía grabados y guardados en el cajón.
Desde el salón de su casa, mediante un ordenador que convertía en palabras los movimientos de sus ojos, se comunicaba con el grupo que tocaba y grababa en la habitación de al lado.
Más allá de esas dramáticas condiciones, el disco sigue siendo fantástico, porque reúne una colección de canciones brillantes, adictivas y emocionantes. No es difícil percibir en algunas de ellas las dificultades que debió entrañar el proceso de grabación y mezcla (ese tono apagado en 'Insane'), pero aun así, o quizá también por eso, el resultado es convincente. Desde la apertura con la imparable "That's Me" -menos de un minuto- hasta el emotivo final con "Sky", una balada con aires de grabación casera en la que a la voz de Kim solo le acompaña la guitarra.
En "No Holiday" saltan menos chispas que en los discos anteriores de The Muffs, el sonido es más crudo y el rugido patentado por Kim -ya para siempre legendario y que aparece felizmente en "Late and Sorry" o "Down, Dowm, Down"- cede protagonismo a su vena más pausada y contemplativa. Pero no faltan descargas que encajarían en sus tres primeros álbumes, como las dos ya señaladas o "Pollyanna", con Barnett y McDonald exhibiendo su acostumbrado poderío rítmico.
"Sick of This Old World", "Earth Below Me" o "On My Own", una perfecta rodaja de crujiente power pop, se cuentan también entre los momentos más inspirados del álbum.
Kim logró completar el titánico trabajo, algo solo al alcance de una fuerza natural excepcional, la misma que asomó por su garganta durante toda su carrera. Pero murió el 2 de octubre y no pudo ver la publicación de "No Holiday", un trabajo del que estaría sin duda satisfecha.
Ojalá sí alcanzase a conocer en qué medida su grandeza, aunque modesta en éxito, era reconocida por sus colegas, incluidos numerosos nombres ilustres. Elvis Costello, Ronnie Spector, Green Day o The Who están en la interminable lista de los que en las dos últimas semanas han querido rendir homenaje y poner en valor la aportación de Kim Shattuck durante todos estos años.
Como dice Ronnie Barnett, los Muffs intentaron ser la mejor banda del mundo cada vez que salieron a un escenario. Y, por momentos, lo consiguieron. Reunían todas las condiciones: grandes temas, excelentes músicos, imagen propia y una líder sobrada de carisma. "No Holiday" es un tesoro que, como los mismos Muffs y la figura de Kim Shattuck, se revalorizará con el tiempo.