Año 1986, año 2016, toda la juventud de algunos. Con medio siglo todavía algun camarero te dice ¿qué va a ser joven? Tú sonríes y te miras las patas de gallo en el espejo del bar. No suenan ni los Enemigos ni los Rolling Stones, no estás en un garito rockero, estás desayunando al lado de la oficina. Piensas más en la factura de la luz que en la salida del último disco de tu grupo favorito.
Pero ahí está ese gusanillo moviéndose todavía por tu cuerpo. En radio 3 te ponen el último disco de Los Deltonos. Te pones nostágico, te acuerdas de aquel concierto del 94 donde no estabas seguro si el tipo que estaba en la barra con gafas de pasta era el que se iba a subir al escenario.Y tocas un poco la batería en el volante del coche. Y te pones deberes: en cuanto llegue a casa voy a ver si lo escucho otra vez (en cuanto me dejen los niños, claro). Treinta años hace que conoces el grupo de Hendrik Röever. Eres un hombre enfermo.
Los Deltonos nacieron a mediados de los ochenta, cuando ya la movida madrileña se daba por muerta, pero había una pequeña infraestructura de garitos rockeros por toda la geografía nacional que funcionaba razonablemente bien. Nacían los hombres enfermos, los ferpectos, los locos por incordiar, un pequeño grupo de fieles seguidores de los grupos rockeros españoles, que con la excepción de Rosendo, que movía bastante público, había que ver en salas medias tirando a pequeñas, y donde casi siempre se veían las mismas caras. De hecho, hasta los miembros de los grupos eran amiguetes. Era habitual ver al grupo del concierto con los rockeros locales picando algo en algún bar cercano a la sala de conciertos. Allí esperabas tranquilamente tomando tus cañas hasta que veías que salían para tocar. Todo bastante sencillo, justito, pero permitía vivir de la música a grupos que a priori no lo tenían demasiado fácil.
En aquellos años de las dos cadenas de televisión la música era todavía parte de la programación e internet se ha encargado de rescatar algunas de las actuaciones o algo parecido donde se ve la espontaneidad de los que empiezan. Esa espontaneidad se vio golpeada con un lamentable episodio de juicios con su discográfica que les perturbó cuando todavía estaban en proceso de despegue y que les acompaño durante varios años.
Internet, que ha puesto patas arriba el rock and roll también golpea este tipo de bandas que sufren el lado negativo de la red de manera significativa. Definidos por ellos mismos como un grupo que sin tener el poderío de las grandes estrellas, ha sido capaz de vivir del rock, ahora se encuentran con que se tienen que reinventar continuamente para estar en la carretera y sortear el lado técnico del rock haciendo equilibrios entre internet, las discográficas, el público y el comer todos los días. Hendrik Röever, además de ser inquieto y tener los ojos bien abiertos, siempre ha sido una persona con los pies en el suelo. Defiende la música, desde hace tiempo su lema es "el rock americano es posible en castellano", una opción que no siempre está clara en nuestro país, pero que él junto a otros grandes ejemplos como Josele Santiago, Sabino Mendez, Alex Cooper o Fito Cabrales han demostrado que es posible, y además funciona. No le gusta que la gente no compre discos, pero tiene entrevistas, conciertos y canciones disponibles en la red, donde se expone con simpatía pero soltando de vez en cuando alguna fresca. Es positivo, tiene grupos paralelos (él mismo en solitario y con los Míticos GT), estudio de grabación propio (Guitar Town) y se divierte con la música tanto como para participar todos los años en el rpmchallenge.
Su último disco, Salud, editado en 2015, demuestra que siguen en forma y aunque la parroquia rockera es adulta - la rama juvenil anda más con el indy, la electrónica y otras derivaciones, que con el blues, el sonido sureño americano o el power pop - aun es capaz de movilizarse cuando se lo pide el cuerpo. Nos vemos en el bar hasta que empiece el concierto.
Los Deltonos tocan en la sala el Sol de Madrid el 4 de Junio de 2016.