En "The Miilion Things That Never Happened", su nuevo álbum, Billy Bragg se presenta con un tono distinto: la acústica toma el mando y la melancolía domina un disco sobre el que planean las pérdidas emocionales que nos ha dejado la pandemia y sus confinamientos.

"Mid Century Modern" es uno de los momentos más animados, una de esos medios tiempos elegantes y pegadizos que el galés lleva bordando treinta años.
Contiene, además, una novedad: Bragg abandona su puesto de centinela vigilante de los males y las injusticias que nos acechan y echa una mirada sobre sí mismo, con la que reflexiona sobre su papel como cantautor político y social, el que asumió desde que en 1983 se dio a conocer con" Life 's a Riot With Spay Vs Spay".
Y es una reflexión humilde, que plantea más dudas que certezas:

"Estoy acostumbrado a que la gente escuche lo que tengo que decir
Y me resulta difícil pensar que podría ayudar si me alejara
Ajusté mis percepciones para reflejar la realidad
Y la brecha entre el hombre que soy y el hombre que quiero ser"

Bragg ya se considera un moderno "vejestorio" nacido a mitad del siglo pasado -ha cumplido 63 años- y teme que sus convicciones políticas y sobre las relaciones humanas, formadas hace 50 años, hayan quedado desfasadas.

"Ese viejo argumento familiar estalló de nuevo anoche
Aquel en el que uno de nosotros está equivocado pero ambos creemos que tenemos razón
Mi indignación me llevó a decir cosas de las que me arrepiento
Y lastimo al que más amo con mi temperamento moralista (...)
No era mi intención pasar esta noche solo
Pero el orgullo herido es todo lo que tengo para hacerme compañía"

Para evitar convertirse en un dinosaurio y mantener vigente su música, el autor de "A New England" tiene una fórmula: aprender de las jóvenes generaciones, observar sus prioridades y escuchar sus ideas. "Thatcher ya no está, el mundo ha cambiado y yo estoy intentado responder a las cosas que oigo ahora mejor que recrearme en el viejo folk de los buenos tiempos", dice.

"Las posiciones que tomé hace mucho tiempo se sienten cómodas como un sillón viejo
Pero los chicos que derriban las estatuas me desafían a ver
La brecha entre el hombre que soy y el hombre que quiero ser"

Esa voluntad de acercarse a la juventud y asimilar sus puntos de vista la lleva a la práctica también en el terreno musical. La última canción del álbum y otro de sus mejores momentos, "The Miilion Things That Never Happened", está compuesta junto a su hijo Jack Valero.