En 2005 Artic Monkeys se convirtieron en la sensación, el "hype" que dirían los ciudadanos del Imperio Británico, no tanto por su música como por ser los protagonistas de un fenómeno que anunciaba nuevos tiempos.
Se dieron a conocer en internet y saltándose los caminos tradicionales (discográfica, distribución, promoción...) se convirtieron en el grupo más famoso del Reino Unido. Así que de "hype" pasaron a "hit".
Aún más. Cuando publicaron su primer álbum, pese a que las canciones ya se conocían, vendieron en una semana más copias que nadie hasta entonces. Era el triunfo desde abajo, desafiando a las normas de márketing, sin intermediarios.
Desde entonces, el funcionamiento de la industria musical ha cambiado drásticamente, pero no necesariamente en la dirección correcta. Lo cierto es que ninguna banda independiente ha repetido una historia semejante.
La música de Artic Monkeys no era tan original como sus métodos publicitarios, pero también tenía un sello propio: un cruce entre los neoyorquinos Strokes y los británicos Libertines (a su vez deudores de los americanos), con ecos de Franz Ferdinand o los Clash, aliñado con algún toque bailable y servido, en general, con un sonido áspero que daba soporte a historias cotidianas y vivencias juveniles.
"Mardy Bum" es uno de los números más asequibles y divertidos de su primer disco, "Whatever People Say I am, That's Whaat I' m Not". (Cualquier cosa que la gente diga que soy es lo que no soy). Alex turner se revela como un hábil contador de historias a ras de suelo, desprovistas de lírica: menores bebiendo, prostitutas o relaciones de pareja sin rastro de romanticismo.
Con los años y los discos Artic Monkeys han demostrado su interés en buscar nuevos caminos y no quedarse anclados en una fórmula, lo que les ha consolidado como una de las referencias más sólidas de la música británica actual. Aquí les vemos en el Festival de Glastonbury, recreando Mardy Bum como si fueran Oasis.