Kim Shattuck, composotora y líder de los Muffs, empezó a repartir sus concentrados de vitaminas a comienzos de los noventa, coincidiendo con una eclosión de grupos estadounidenses, muchos procedentes de la bahía de San Francisco, que tenían la vertiente más melódica del punk como referencia (Green Day, Screeching Weasel, Parasites, The Queers... por citar alguno).
Tras unos cuantos singles (aún existían esos extraños artefactos de vinilo que giraban a 45 r.p.m., pero ya por entonces nadie los compraba) ficharon por una multinacional y grabaron su primer álbum, llamado como el grupo y que reunía una impecable colección de canciones, todas aceleradas, poderosas y regadas por aquí y por allá con los rugidos de Shattuck. Pero ni así enmascaraban el alma pop que latía dentro.
Con referencias como Ramones, Kinks, Sex Pistols, Blondie o sus amigos de Redd Kross, más un poco de "fuzzz" para no desentonar con la moda grunge, la receta de los Muffs resultaba demoledora. Shattuck y Melanie Vammen (dejaría el grupo tras el primer disco) habían hecho sus pinitos con las garajeras Pandoras, así que eran jóvenes pero sobradamente preparadas. Al menos preparadas para hacer ruido.
No hay sin embargo asomo de garaje en "Everywhere I Go", uno de los momentos más suaves y también de los más sobresalientes del disco. Por un instante Kim modera su pasión, el ritmo afloja un poco y los coros envuelven un estribillo infeccioso entre bonitas guitarras.
La letra es un alegato contra el amor posesivo, que no deja espacio para respirar. La protagonista está enamorada, sí, pero cansada de la excesiva devoción de su pareja, de encontrárselo en todas partes, de sentir sus ojos sobre ella. No es que tema nada, es que es un brasa, viene a decir, y está acabando con su paciencia.
Comprende que no tengo miedo de tu absoluta devoción ahora
Pero si alguna vez esto se escapa de las manos, te dejaré
Tú estás en cualquier sitio al que voy
Y eso me está volviendo loca
No te estoy advirtiendo ¿o estoy criticándote?
Pero si puedo elegir, déjame sola
En 2014, tras un fugaz paso como bajista por los Pixies, Kim Shattuck reunió a sus compañeros Ronnie Barnett y Roy McDonald y el trío completó la grabación de su sexto disco, "Whoop Dee Doo", el primero en diez años, que resultó ser excelente, recuperando la inspiración de sus primeros trabajos.