Cuando oigo o leo una entrevista a Rosendo siempre hay un momento en que le preguntan algo con cierta carga filosófica y éste siempre suele contradecir al entrevistador con la aplastante sencillez del que no tiene más filosofía que gozar con la música. Creo que a Kiko Veneno, que en su día estudió Filosofía y Letras, le ocurre lo mismo, le gusta la música, tocarla, hacerla o acariciarla, según se tercie. Y eso ¿quiere decir que es buen o mal músico? Eso quiere decir que sus canciones nacen, como los niños, y uno no sabe si el niño le va a salir un delincuente o un astrofísico.
Sus discos crecen con él - Dice la gente lo ha rodado en directo antes de meterse en el estudio de grabación - y Kiko también crece con ellos como músico y como persona, a gran velocidad, como exijen los tiempos, con su blog correspondiente, que para eso también vale. El gran pícaro que envolvió de rumba el rock sigue siendo un gran trabajador - aunque diga que solo tiene diez discos - y lo mismo toca en Nueva York con Jonathan Ritchman que en la calle con sus amigos de Pro Pane Lucrando para Playing for Change (ver video del volando voy en su bitácora). Y hacer música en los tiempos en que los músicos están sufriendo la crisis como los demás ya tiene mérito. Pero para ejemplo él, que durante años no pudo vivir de ésto, pero siguió erre que erre. Ahora le caen premios y hasta es posible que algo de dinero, pero él se acuerda de los amigos golpeados - llega imprevistamente el maestro Manrique, como siempre tira de hilos ocultos el detective avezado, buscando huellas de viejas pisadas y restos de tramas ocultas -y también de los políticos, de su médico y de algún otro. Aunque para mí Kiko Veneno llegó a la perfección cuando compuso Currito Ta Ta Ta...lo bien que se duerme mi niño cuando se la canto, y eso que uno no es un profesional.