Con The Parrots voy a dar una idea a los managers de todo el planeta para que dentro de cuatro años se celebren los sesenta años de la década de los sesenta. Un bonito reclamo el de uno de los periodos más creativos de la historia del rock and roll, donde surgieron grupos que dejaron huella en su época y en las posteriores.
La brillantez del momento y el modo de vida americano, que también tuvo un especial auge en aquella época plasmándose en forma de vivienda unifamiliar, hizo que numerosos jóvenes se planteasen dedicarse a la música, ensayando en los garages de sus casas. Las carencias musicales propias de la inexperiencia se tapaban con la creatividad, los sonidos más arriesgados y la sensación de euforia que provocaba la cercanía del grupo. Eso, y unos cuantas sustancias adicionales, contribuyó al nacimiento del sonido garage, que presume de ser un antecedente de muchos otros estilos más modernos, como el punk, el power pop o el revival folk indie.
The Parrots han hecho una recuperación bastante fidedigna de lo que ocurría en aquellos años, como si de un grupo olvidado de la serie Pebbles se tratase. Weed for the Parrots, grabado en Cadiz con Paco Loco a los mandos, revive a los Seeds, The Standells o Chocolate Watch Band, tirando más hacia el lado psicodélico que a la distorsión de las guitarras. Manteniendo el espíritu de ser divertidos, alocados y directos, están abriéndose camino simultáneamente en España y el resto del mundo donde ya han tocado en algunos festivales - participarán en el South by Southwest 2016 (SXSW) - y forman parte de una pequeña familia de bandas afines, The Hinds y Los Nastys, que están empujando para hacerse con su sitio en la escena rockera igual que sus predecesores, cogiendo la bandolera de la guitarra y saliendo a la calle sin esperar ni un minuto.