¿Escuchar a The Purple Elephants es volver a los setenta? No, no se trata de eso. Tienen un sonido trabajado en esa línea pero su ubicación es en nuestro siglo. Cuando ZZ Top sacaron Eliminator (1983) la crítica les puso verdes por haber incluido sintetizadores y una pizca de modernidad en sus hasta el momento composiciones tradicionales. Gibbons no se vio muy afectado, de hecho siempre ha ido a su aire, vamos a su viento, y el disco fue un éxito entre el público.
Lo que es evidente es que el rock siempre ha experimentado golpes de timón, liderados unas veces por bandas nuevas y en otras ocasiones por gente ya curtida en el negocio. The Purple Elephants podría haber sido un grupo paralelo del Ritchie Blackmore de los últimos tiempos de Deep Purple y primeros de Rainbow, y si los pasamos por el tamiz de que han pasado 40 años desde entonces obtenemos un resultado más acorde con nuestros tiempos.
Suenan bien, potente esa distorsión en El Halcón, los teclados de sonido Hammond-Purple que toman protagonismo en Enemigo; y con ciertas dosis de psicodelia que marcan los punteos y algunos coros en Redención, son algunos de los puntos fuertes de esta banda murciana. El contrapeso a tanto hard rock lo ponen con la canción que da título al disco, Danza Funeral que, junto a Noche Persa, forman una banda sonora muy apropiada para Kill Bill volumen III. Tarantino, escúchales, te sorprenderán.