Un artista con gran talento, excelente voz y amplia trayectoria.
Un escenario situado en un bonito jardín, entre árboles frondosos, que deparan cierto alivio al agobiante calor de una tarde de verano en Madrid.
Un sonido espléndido, en el que se aprecia cada matiz instrumental, cada inflexión de la voz.
Un precio imbatible. Literalmente.
Esos fueron los ingredientes del concierto ofrecido por el norteamericano Damien Jurado en Madrid, dentro del ciclo de los Veranos de la Villa que el Ayuntamiento ha decidido este año sacar de su habitual "campo de juego" en el centro de la ciudad y acercar a los barrios.
Poder disfrutar de un concierto en unas condiciones tan agradables es un lujo que el propio artista subrayó desde la tarima.
Pero también tiene contraindicaciones y efectos secundarios: debido a lo reducido del aforo y a la gratuidad de la entrada, numerosos seguidores que llegaron con la hora pegada debieron esperar pacientemente que salieran del recinto paseantes y curiosos cuyo interés en el evento era puramente circunstancial.
Unos altavoces dispuestos a la entrada permitían, sin embargo, seguir la magnífica interpretación, en la que Jurado fue desgranando composiciones que se sitúan en algún punto entre Neal Young y Elliot Smith, por citar dos de sus referencias, aunque hace tiempo que traspasó la frontera del folk intimista y urbano con que se etiquetaban sus trabajos para delinear un estilo propio.
Evitó los temas más movidos de su repertorio y se decantó por dejar todo el espacio a esas composiciones con bases sonoras ricas e hipnóticas, sobre las que brilla una voz que se adapta con sabiduría y variedad a los paisajes desolados, de amor triste, que suele recrear en sus canciones.
Con un público entregado -al final de concierto Jurado agradeció sentidamente la gran acogida que siempre tiene por estas tierras- el cantautor se detuvo particularmente en su último disco, "Visions of Us in The Land", publicado en marzo pasado y que cierra una trilogía que inició con "Maraqopa" (2012) y prosiguió con "Brothers and Sisters of the Eternal Son" (2014).
En estos tres álbumes Jurado ha construido un relato mágico sobre un hombre que, después de sufrir un accidente de tráfico, viaja por parajes irreales buscando respuestas sin saber si está vivo o muerto.
Antes de un escueto bis, concluyó su actuación con la preciosa "Kola", la canción que cierra su último álbum, bella y triste, envuelta en la melancolía y el sentimiento de pérdida: "No estarás sorprendida de ver tu nombre a través de mi sonrisa / Te recordaré de la forma en la que eres ahora".
Un concierto brillante, sin artificios, con la verdad de unas canciones construidas a partir de excelsas melodías e interpretadas con sentimiento y honestidad, y que durante hora y media dejaron la calurosa noche estival envuelta en una delicada brisa.