Cuando Irving Berlin escribió "White Christmas" difícilmente podía sospechar que 75 años después la madrileña Puerta del Sol sería el escenario de un apasionado debate sobre el concepto que aquella canción convirtió en universal: la Blanca Navidad.
O quizá sí. Ya saben ustedes que los artistas son muy aficionados a los dobles sentidos, a las lecturas oblicuas y a la búsqueda de la inspiración por medio de sustancias químicas.
Las musas visitaron a Berlin cuando se encontraba en la piscina de un lujoso hotel de California -o de Arizona, sobre el lugar hay dudas, sobre la opulencia del alojamiento, no - sumido en un estado de profunda melancolía porque el cálido sol navideño que disfrutaba le hacía recordar cuánto echaba de menos las blancas calles neoyorquinas, donde le gustaría estar congelándose.
Al parecer Berlin era un hombre perspicaz y no pecaba de modestia porque inmediatamente le dijo a su secretaria que cogiera el bolígrafo y copiara "la mejor canción jamás escrita".
El norteamericano Bing Crosby, algo así como el padre de todos los "crooners" -natural de Tacoma (Washington), como los Sonics- grabó "White Christmas" en 1942 y en las Navidades de ese año la canción llegó al número uno, un éxito que repitió en los años sucesivos, hasta convertirse durante décadas en el single más vendido de la historia.
Estoy soñando en unas navidades blancas / como las que yo solía conocer
donde las copas de los árboles reluzcan / y los niños escuchen las campanas de los trineos en la nieve
Estoy soñando con una blanca navidad / con todas mis postales navideñas escritas
deseando que nuestros días sean alegres y brillantes / y todas nuestras navidades sean blancas
"White Christmas" es, sin duda, una de las canciones con más versiones de la historia, -desde Frank Sinatra a Lady Gaga- y cuando llegan las navidades el único modo de no escucharla es encerrarse en una cueva muy apartada.
Una de esas versiones es la de Otis Redding, con ese maravilloso aire soul que sus cuerdas vocales imprimían a cualquier cosa que cantara. Buff, se siente la nieve cayendo.
Las sutilezas y los delicados matices vocales desaparecen en la lectura de los irlandes Stiff Little Fingers, que convierten "White Christmas" en una celebración colectiva, perfecta para cantar abrazado tras ingerir unas cuantas botellas de cava y lograr esa comunión de amistad, paz y amor que se obtiene al combinar las dosis adecuadas de espíritu navideño y alcohol.
Cerramos el repaso con una versión poco menos que anónima, porque pese a que es reciente establecer su autoría es complicado. Fue lanzada como banda sonora de la campaña publicitaria de una bebida azucarada que se viste con los colores de Santa Claus y se atribuye por ahí a los irreductibles Wildhearts británicos, aunque sus responsables parecen ser The Broke and English.
Sea como sea, la versión es divertida y va un paso más allá aún que la de Stiff Little Fingers. La leyenda cuenta que Irving Berlin, el autor de la canción, renegaba del "cover" que hizo de su clásico Elvis Presley y pidió a las emisoras de radio que no la programaran. Imaginen qué pensaría el bueno de Berlin de esta versión.