Desde mediados de los ochenta y hasta su despedida en abril de 2002, Los Enemigos escribieron algunas de las mejores páginas del rock español de todos los tiempos, con discos inolvidables como "La Vida Mata".
Su rock con sabor a Malasaña y sus impagables letras - corrosivas, sarcásticas, certeras-, recorrieron casi dos décadas ajenos al ir y venir de las tendencias musicales y sumando adeptos: del reducido núcleo inicial de fieles hasta las nutridas audiencias de la última etapa. Justo entonces, en la época de mayor éxito y al contrario de lo que es moneda usual, Josele Santiago decidió parar.
Nada extraño para alguien que ha recorrido su camino como ha querido, sin atender a modas o lugares convenidos -"será que no es lo mío esta competición"-.
Acaba de publicarse "Siete mil canciones", adelanto de su próximo álbum, "Bestieza", el segundo desde que volvieron a juntarse en 2012. ¡Y vaya adelanto!. En poco más de dos minutos y medio "Siete mil canciones" nos devuelve la emoción y el vértigo que sentíamos al escuchar a Los Enemigos en sus tiempos gloriosos.
Guitarras desatadas y una melodía infalible para envolver los inspirados versos en los que Josele reflexiona con urgencia sobre el futuro que nunca fue -"no sé cómo es su voz / no pudimos, no quisimos ser amigos"- y los sueños y el amor como única alternativa a una realidad inhabitable -"antinatural, dictaminan los expertos, que vuelva ya a la realidad sin más / no entienden que sin ti estaría muerto"-.
Junto a Josele y Fino Oyonarte sigue Chema “Animal” Pérez a la batería, y se incorpora a la guitarra David Krahe. El realizador Óscar Carriqui se encarga de que el video esté a la altura que merece "Siete mil canciones".