Joy Division tuvieron una repercusión limitada en su corta existencia, pero el abismal magnetismo de su obra y el suicidio de su cantante y letrista, Ian Curtis, no han dejado de generar literatura, cine, diseño y, por supuesto, música, hasta convertir a la banda de Manchester en un icono absoluto.

Se han cumplido 40 años de "Unknown Pleasure", el primer álbum de Joy Division y el único que publicaron en activo, y para celebrarlo, además de una edición discográfica especial -vinilo rojo rubí y portada alternativa- y otras fruslerías, lugares emblemáticos de Manchester se decoraron el 15 de junio con la imagen de la portada del álbum diseñada por Peter Saville.
 
El plato fuerte de la conmemoración es, sin embargo, la grabación de vídeos, cada uno dirigido por un director distinto, para las diez canciones del álbum. El primero compartido por la banda ha sido el de "I Remember Nothing", firmado por los directores islandeses Helgi y Hörður y en él actúa Breki Samper, quien participa en la serie Chernobyl -qué bien le habría sentado Joy Division a su banda sonora-. Los otros vídeos serán protagonistas de una presentación en Londres, que podrá seguirse en streaming el 21 de junio.

Misterio y leyenda

Todo en Joy Division era oscuro y misterioso y rodeaba al grupo de un aura mítica: el nombre, una aparente declaración de optimismo que en realidad se refiere a los grupos de mujeres tratadas como esclavas sexuales por los nazis, retratados en "House of Dolls"; la enigmática sucesión de líneas irregulares que ilustra la portada de "Unknown Pleasure", que fue tomada por el grupo de una enciclopedia de astronomía y con el tiempo se ha convertido en icono artístico y comercial; las bellas fotografías en blanco y negro de Kevin Cummis y Anton Corbijn; el apocalipsis industrial de los paisajes de Salford, el barrio de Manchester donde vivían; la danza extraña de Ian Curtis; la genialidad rompedora y enajenada del productor Maritn Hannett, arquitecto de su sonido...

Joy Division se formaron después de un concierto de los Sex Pistols en Mánchester. Así que al principio el punk era alimento principal de su dieta y eso es básicamente lo que suena en su primer EP, "An Ideal For Living", grabado poco después de dejar de llamarse Warsaw.

Sin embargo, para cuando llegó a las tiendas "Unknown Pleasure" un año después, la furia beligerante del punk se había convertido en rabia existencial e introspectiva, envuelta todavía en guitarras crudas, pero ahora también en sintetizadores y ritmos industriales, sobre los que se proyectaba la sombra espectral de la voz y los textos de Ian Curtis.

Un sonido denso, asfixiante, y a la vez magnético y turbador, como medio para internarse en el abismo de la existencia: incomunicación, aislamiento, depresión, dolor, muerte... No era el usual paseo rockero por la imaginería de las tinieblas: eran las tinieblas mismas. Ni "attrezzo", ni maquillaje, ni pinturas negras, ni gesticulación. Solo cuatro tipos bien vestidos y sus historias desoladas de alienación urbana y angustia vital.

Ian Curtis no impostaba, cantaba sobre sí mismo. A veces sin saberlo. En "She Lost Control" narra la crisis epiléptica de una chica que presenció cuando trabajaba en los servicios sociales. Luego supo que la chica murió a causa de un ataque y, finalmente, él mismo fue diagnosticado con la enfermedad. No mucho después empezó a sufrir las convulsiones en el escenario, que a menudo se confundían con la extraña danza que había patentado.

El sonido con relieve

"Disorder", la canción que abre "Unknown Pleasures", presenta uno a uno los elementos del sonido de Joy Division: a la entrada de la batería con ecos mecánicos de Stephen Morris sigue la punzante línea de bajo de Peter Hook, que ya no abandona el primer plano; después el riff de guitarra repetitivo y metálico de Bernard Albrecht da paso a la voz de Curtis: "He estado esperando que un guía venga y me tome de la mano / ¿Podrían estas sensaciones hacerme sentir los placeres de un hombre normal?", canta,

Pero es la varita mágica de Martin Hannett, con sus experimentos digitales y sus efectos sonoros, la que lleva la música de Joy Division a una dimensión extrema. No se había oído algo igual antes. Y tampoco después, seguramente.

Gracias a la aclamación de la crítica, "Unknown Pleasure" situó a Joy Division como la banda británica de culto por excelencia. Pero fue el suicidio de Curtis en mayo de 1980 lo que elevó al grupo a la categoría de mito y disparó las ventas: "Love Will Tear Us Apart", su canción más "pegadiza", que poco antes había tenido un impacto reducido, se convirtió en éxito inmediato. El single "Atmosphere", otra de sus obras maestras y que solo se había publicado en Francia, fue reeditado después de que el locutor John Peel la eligiera para despedir a Curtis.

Tres meses después de que Curtis pusiera fin a su tormento colgándose de una cuerda en la cocina de casa llegó "Closer", el segundo álbum del grupo. A su lado, "Unknown Pleasure" era una fiesta. Desde el velatorio de la foto de la portada -Curtis había participado activamente en su diseño- al lóbrego tono de las canciones, todo en "Closer" daba testimonio del momento que vivía el cantante cuando escribió las letras, aunque nadie pareció advertirlo a tiempo: la enfermedad, el divorcio y la paternidad, la infidelidad y la culpa, la depresión.

Estos elementos se convirtieron en alimento inagotable para biografías, películas, análisis, teorías y cotilleos de todo orden, que escudriñan al personaje y al grupo desde todos los ángulos posibles, incluso en nuestros días. La última y reciente aportación es "This Searing Light, The Sun And Everything Else: Joy Division - The Oral History", escrita por el periodista Jon Savage

Con la muerte de Curtis los otros tres miembros de Joy Division formaron New Order, que encontrarían pronto el éxito de la mano de una propuesta hedonista y bailable. En los años siguientes continuó puntual la edición de recopilatorios y grabaciones inéditas de Joy Division -"Still", "Substance", !Warsaw", "Peel Sessions", "Permanent"...- mientras su sombría huella se hacía cada vez más evidente lejos de los confines del post-punk, del que ellos habían sido principal vértice.

Tony Willson, el capo de Factory, el sello que fichó a Joy Division y que luego promovió el nacimiento de la escena de Mánchester, resumía en 2007: "El punk te permitió decir 'jódete', pero no pudo ir más lejos. Era una sola y venenosa frase de enojo de dos sílabas. Tarde o temprano, alguien iba a decir más; alguien iba a querer decir: 'Estoy jodido'".
Ese alguien era Joy Division.