Cuando sus fans estaban a punto de cometer algún crimen pasional provocado por la gran expectativa que se había creado con la salida del tema Luces de neón como adelanto del esperado disco, Lori Meyers ha calmado a las fieras cumpliendo las expectativas al ofrecer un disco que rezuma calidad por todos sus costados. Cronolánea es un disco de los de cabecera, de esos que no solo machacas nada más comprártelo, sino que te lo grabas en el ipod, lo dejas habilmente por el coche o lo metes en el ordenador para tenerlo a mano, aunque desde luego lo mejor es ponerlo en un equipo hi-fi y escucharlo con relajación en el salón de tu casa. Para la producción del disco han contado con Ken Coomer y como Ingeniero de sonido a Charlie Brocco. El primero fue el tercer batería que pasó por Uncle Tupelo y el de Wilco en sus cuatro primeros Lps, y ambos venían de hacer un excelente trabajo con el grupo mejicano Chetes.
El disco se grabó en Gismo 7 Studios (Motril), lo mezclaron en Nashville, la cuna del country, y masterizado en Nueva York por Greg Calbi, un tipo que verás en los créditos de centenares de discos, el Marquee Moon de Television , media discografía de Ramones o discos de Blondie tienen su sello. El viaje ha merecido la pena porque el sonido ha conseguido situarse entre los bases rítmicas que evocan al grunge de los noventa que se escuchan en Alta Fidelidad, los teclados setenteros de Transiberiano, la melodía de casi todas sus canciones que nos lleva al corazón de los sesenta, y sin olvidar esa guitarra clásica que aparece en Copa para dos, el último tema. En cuanto a la composición del disco se amplían sus miras ya que no solo compone y canta Noni sino que Alejandro, el guitarrista del grupo firma tres temas. El tercer disco de Lori Meyers les consagra como uno de los grandes compositores de melodía actuales y es precisamente la importancia que tiene ésta en sus canciones la que hace que el disco tenga categoría de matrícula de honor.