El anterior disco de Superchunk, "I Hate Music" (2013), nació de una constatación no por sabida menos desasosegante: el limitado poder de la música para combatir los verdaderos dramas de la existencia, en ese caso la pérdida de alguien cercano.
Ahora, lo que alimenta "What a Time to Be Alive", su recién estrenado trabajo, es un sentimiento primario, la rabia. Una rabia que se desencadenó el 9 de noviembre de 2016, cuando descendió sobre Estados Unidos una nube oscura y fétida cuyos efectos se dejan sentir en todo el Globo.
Una rabia que despide chispazos de las guitarras, que saca astillas de la batería y que se adhiere a la gargante de Mac McCaughan. Una rabia que recorre, inspira y da forma a las once canciones de "What a Time to Be Alive".
Superchunk no intentan remover conciencias, ni ofrecen soluciones. Simplemente se desahogan: "La escoria, la vergüenza, las putas mentiras / Oh, qué momento para estar vivo" cantan en la que da título al álbum.
Uno detrás de otro se suceden riffs urgentes y demoledores, a cada cual más inspirado, en las once canciones que componen el álbum. Todas directas. Todas cortas. Fogonazos que a veces rozan el hardcore, como en "Clouds of Hate" - tú rompiste el mundo en el que tú no vives desde hace mucho / el mundo en el que nosotros vivimos - o en la más que explícita "Lost My Brain" - "me rindo al flujo de mierda / que subió a bordo el año pasado / no aprendí nada de aquello / y perdí la cuenta de toda la vergüenza"
Justamente el harcore era el estilo que practicaban Reagan Youth, una banda neoyorquina de los ochenta que McCaughan escuchaba entonces - "55 grados, es verano del 81"- y que titula otra canción del álbum. El recuerdo de la banda se funde con el del mandato de Reagan y sus consecuencias ""Regan Youth me enseñó a sentir / Reagan Youth me enseño lo que decir / pero si digo la verdad / había más de un joven Reagan”.-
Dos de las canciones de "What a Time to Be Alive" fueron publicadas a lo largo de 2017 para apoyar proyectos benéficos. De "I Got Cut" ya hablamos aquí. La otra, "Break the Glass", es algo más calmada y una de las imprescindibles del disco, con un riff brillante y una melodía memorable -"todo el mundo está actuando normal / pero nadie duerme toda la noche -“.
También hay espacio para esos tiempos medios que la banda borda, como la preciosa "Erasure" o "Black Thread", la más suave y acústica, que cierra el disco.
En el álbum participan varios invitados, entre ellos Stephen Merritt (Magnetic Fields) y Katie Crutchfield (Waxahatchee), pero su contribución a los coros es tan discreta y contenida que apenas se distingue.
Ninguna canción sobra. Todas tienen gancho, todas tienen alma, todas tienen algo que decir: "Bad Choices" y sus cambios de ritmo. O el power pop musculoso de "Dead Photographes" y de All for You" -"no me gusta que me peguen pero pelea conmigo / no estoy demasiado preocupado / pelea conmigo".
Pasan los años y los presidentes y Superchunk siguen haciendo discos espléndidos. Antes de que nos demos cuenta Trump será un mal recuerdo. Pero McCaughan y compañía siempre tendrán que agradecerle la inspiración para escribir algo tan bueno como "What a Time to Be Alive". Y nosotros también.