Si se pudiera vivir dentro de una canción, el nuevo disco de Daniel Romano, 'Modern Pressure', sería el lugar ideal para curiosear por las habitaciones, elegir una de ellas, encerrarse en buena compañía y tirar la llave por la ventana.

La oferta es suculenta. Hay en el trabajo del canadiense rincones para disfrutar del amor, para recrearse en el dolor, para aislarse, para bailar hasta morir y para esconderse debajo de la cama y escapar de los monstruos cotidianos. Sin salir de casa.

Basta una primera escucha de este séptimo álbum de Romano para darse cuenta de que guarda poca relación con los anteriores, de que se rinde absolutamente a la influencia del joven Bob Dylan y de que esconde, dentro de un nivel general notable, tres o cuatro temas superlativos. ¿Cuántas veces al año escuchas una canción que te corta el aliento a la primera? Pocas. Pues en 'Modern Pressure' hay más de una y más de dos.

'Roya', elegido como tema de presentación del álbum, es bestial. Una de esas canciones de poco más de dos minutos que tanto nos gustan en Magnetófono. La voz dylaniana de Romano pone bridas a unos sentimientos con tendencia a desbocarse y que acaban por campar a sus anchas. El vídeo es fantástico en su sobriedad, con Romano en el papel de fumador imperturbable y una mujer de ojos vidriosos recitando la letra bajo el único paraguas de su mirada irresistible. 

"Roya, cómo he buscado el cáliz sagrado para llevarlo a tu habitación. Cómo me he entregado a cualquier extraño solo para encontrarte en algún plano astral en el que no existen las sombras. Roya, soy solo la memoria de mi cuerpo. Buscaba por todos lados cuando tú me atrapaste. Me falta el aire cuando intento gritar tu nombre hacia cualquier lugar en el que sople el viento. Roya, eres la guardiana de mi alma". Esto tiene el valor de decirle Romano a esta mujer de hombre árabe por la que cualquiera nos cambiaríamos.

Por el mismo estilo se mueve 'Jennifer Castle', mientras que los aires folk se acentúan en 'Impossible Green' y las dos versiones de 'Ugly Human Heart' tiene agradables toques de Vampire Weekend.

Pero si hay un tema en el que Dylan se hace presente y casi palpable es en 'What's to Become of the Meaning of Love', con las cuerdas vocales de Romano al límite del desgarro y una interpretación sublime, extrema, propia de la trascendencia de la pregunta: ¿qué va a ser del significado del amor?

Para rebajar tanta intensidad, nada mejor que bailar sin miradas intimidatorias. 'When I Learned Your Name' regala entradas para esa fiesta. Un derroche de alegría y un gusto ver a Romano saltar y tocar todo lo que cae en sus manos. Y celebrar un amor de juventud, casi de infancia, como si todo lo posterior no hubiera estado a la altura.

'Maggie, Maggie, recuerdo cuando te encontré. Solo eras una niña, así que esperé, Maggie, a que crecieras hasta ser tú'

Los deliciosos cambios de ritmo de 'Dancing With The Lady In The Moon' y 'Sucking The World Dry', los dejes barrocos que los instrumentos de viento dan a 'Modern Pressure', el recuerdo a los Doors que sugiere el planteamiento de 'I Tried To Hold The World In My Mouth' y el homenaje a los Ramones implícito en 'The Pride of Queens' completan el plano de este apartamento sin puerta de salida que es el más reciente trabajo de Romano.

El disco fue grabado en una cabaña sueca y retocado en Ontario. El resultado es perfecto. La casa que construye Romano está en el país de irás y no volverás. Que nadie pierda el tiempo buscando la llave porque en estas canciones hay que quedarse a vivir para siempre.