Han pasado ya unos meses desde que Surfin Bichos presentaron su nuevo álbum, el primero en 30 años, pero en Magnetófono no queremos dejar pasar acontecimiento tan especial y celebrado.
A lo largo de su carrera, primero con los Surfin, luego con Chucho o en solitario, a Fernando Alfaro nunca le han faltado historias que contar, algo no tan común en el panorama musical.
Escuchar un disco de Surfin Bichos era antes, y es ahora, como abrir un libro. No uno de lectura ligera: el mundo que refleja está habitado por gente abollada, almas que parecen un paquete de tabaco arrugao, refugios en el fondo del mar, motocarros del Apocalipsis, aludes en septiembre o veranos fatales.
“Más allá”, el disco del retorno de la banda que puso a Albacete en el mapa del rock nacional (Alfaro, Joaquín Pascual, Carlos Cuevas y José Manuel Mora), añade nuevos y brillantes episodios a ese universo tan magnético como desasosegante, arropados con inspiración y variedad melódica.
“Más allá” no es solo el título del disco, son también dos de las palabras más presentes en sus 12 canciones, sobre las que repiquetea con insistencia el concepto del final, con variados ángulos: el final de un individuo, el final de los tiempos, el final de mundos que ya no son… y casi siempre, sobre ese más allá planea un amor entregado que es o que fue.
Bien podría ser el propio Alfaro -“no quiero que te gusten mis canciones / quiero gustarte yo”- el protagonista de “Máquina que no para”, el trallazo que abre el disco, directo a un “corazón que no para de sangrar”, con estribillo adictivo y sentencia lapidaria “el más allá no existe / solo existe “más allá” / y más allá no hay nada”.
Apenas hay descargas similares de adrenalina en el álbum, salvo “Yo que te he visto”, que se aparta de la temática general y parece dirigir sus rabiosos dardos contra un arribista.
Lo que sí hay son excelentes canciones, ricas en instrumentación -hasta bandurria en “Luz del Mediterráneo”-, con predominio de los tiempos medios y estilos diversos.
Como por ejemplo “Alumbrando el fin”, con esa tensión que crece debajo de su delicada ternura; o “Mortal”, sobre cómo los días pasaban durante el confinamiento sin poder abrazar al ser amado y que en tono puede recordar, por ejemplo, a “Mi refugio” o a “Extintor de Infiernos” -Alfaro en solitario-,
O “Tu propia Navidad”, indispensable desde ya en el menú de diciembre, con su ritmo pausado, su explosión de guitarras que late al fondo y su inesperado postre, y no solo por las chuletas sino por el giro final del argumento.
Surfin Bichos han vuelto treinta años después. No son los mismos, claro, su bagaje de todo este tiempo va con ellos y se nota. Pero lo que es seguro es que son igual de buenos y que “Más allá” es un disco estupendo.