La lengua inglesa tiene algunos términos de difícil traducción al español. Uno de ellos, 'wanderlust', es la semilla de la que brota "Gypsy In Me", la canción elegida para presentar el nuevo trabajo de Bonnie Raitt,
De origen germano, la palabra define el deseo irrefrenable de viajar, de coger la carretera y no mirar atrás.
En torno a esta idea, Raitt se marca un blues clásico, de esos de los que ella ha firmado ya decenas pero que nunca nos cansan. Porque toca la guitarra como nadie y porque canta con tanta credibilidad que, más que escuchar una canción, parece que estás leyendo a escondidas una página de su diario.
"I've got the wanderlust, it's somewhere else or bust". En resumen: o me largo o exploto. La llamada de la luna llena, la autopista, el polvo del camino, el viento que te lleva... una sucesión de tópicos que no caducan porque Raitt los aliña de manera perfecta.
"Gypsy In Me" puede ser uno de los títulos más utilizados en la historia de la música. Se entiende. ¿Quién no ha sentido alguna vez la llamada del carromato, de la vida salvaje y sin ataduras? Raitt sí, y sabe lo que es ceder a la tentación.
A sus 66 años, y tras haberlas visto de todos los colores, ofrece en "Dig In Deep" un trabajo fresco, emocionante y combativo. Cinco de los doce temas del disco son de su autoría, una cifra inusualmente alta para una mujer que muestra una confianza plena en las composiciones ajenas. Entre quienes contribuyen a redondear este vigésimo álbum de Raitt aparece su tocaya Bonnie Bishop, que ya le prestó en 2012 la maravillosa "Not Cause I Wanted To". En esta ocasión el regalo es la escalofriante "Undone".
Bonnie Raitt nos tiene muy bien acostumbrados a incluir grandes versiones en sus discos y "Dig In Deep" aporta dos: "Shakin' Shakin' Shakes", de Los Lobos, y la sorprendente "Need You Tonight", de INXS, muy favorecida tras este lavado de cara. Raitt tiene ganas, tiene ideas y tiene cosas que contar. Sigue sobrada de voz y toca cada vez mejor. Deberíamos estar celebrándolo.
Elegante, sensual y cálida voz envuelta en una placentera atmósfera de soul-jazz son las señas de identidad de Sade, cuya amable propuesta deslumbró a partir de su irrupción a mediados de los 80.
El tsunami de novedades discográficas que cada día amenaza con desbordarme desde Internet, no parece tener fin. Muchos son los llamados a poder grabar su música, pero pocos son los que elijo con la seguridad de estar ante algo que merezca pasar la criba.