Seis años después, regresa Edwyn Collins. Bastón en mano, sin esconder las secuelas del doble ictus que le atizó en 2005, este escocés que lleva diez álbumes en solitario, pero al que el gran público conoce por una sola canción, vuelve a asomarse al escenario con 'Badbea'.
Una pequeña aldea abandonada en las tierras altas escocesas: eso es Badbea. Una 'mala bahía' a la que iban a parar los granjeros sin tierra. De allí era el abuelo de Edwyn Collins y allí vive y tiene ahora un estudio su nieto.
Con ese topónimo enigmático ha bautizado el músico un trabajo que, por el contrario, suena potente y entusiasta. A sus 59 años, Collins vuelve a parecer joven. Puede estar físicamente tocado, pero su talento compositor y su voz carismática son los de siempre y en 'Badbea', su primer disco desde 2013, ofrece pruebas contundentes.
Inmejorable presentación 'It's All About You', la canción que abre el nuevo trabajo. Pop sin complicaciones y de contagiosa alegría, esa combinación aparentemente fácil que no siempre sale tan redonda. ¡A bailar!
Su amigo del alma Roddy Frame ('Aztec Camera'), con el que ha colaborado en múltiples ocasiones y que fue un apoyo fundamental en el relanzamiento de su carrera tras los ictus, está en el espíritu de 'In the Morning'. Muy en el tono de 'Seven Dials', el estupendo disco que Frame editó en 2014 en AED, el sello de Collins. Sus músicas cada vez son más intercambiables.
La nostálgica 'I Guess We Were Young' (¡con un toque mariachi!) y la feliz inmersión en la naturaleza que celebra Collins en 'It All Makes Sense to Me' ("es un día mágico en mi vida, sí que lo es, y todo tiene sentido para mí") dan paso a 'Outside', el tema elegido para el lanzamiento del disco. Puro vigor. Un corte que no llega a los dos minutos, de reminiscencias setenteras, guitarras punkarras y una batería que te levanta del asiento, lo quieras o no.
Los sintetizadores se abren paso en 'Glasgow to London', un viaje en tren que incide en la importancia que tienen para Collins los escenarios que le rodean. Y, en un nuevo giro en este trabajo de asombrosa variedad, una fuerte sección de vientos cobra protagonismo en el intenso 'Tensions Raising'.
La sensibilidad de Collins, que atempera casi hasta la ternura ese tono de voz que en ocasiones pueden sonar engolado, brilla sin más intermediario que un simple rasgueo de guitarra en 'Beauty', una invitación a no rendirse ante nada.
'I Want You', más oscura; 'I'm Ok, Jack', de una cadencia envolvente; y 'Sparks the Spark', más discursiva, muy del estilo del último Bowie, completan un álbum que cierra, por supuesto, 'Badbea' (¿canta Collins o canta Frame?), un himno a la belleza imperecedera de los paisajes del corazón.
El tipo que desde Glasgow dio carpetazo al punk en la segunda mitad de los 70 de la mano de 'Orange Juice', pero que solo se hizo popular veinte años después gracias a 'A Girl Like You' (1995), vuelve a poner todo de su parte para colocar su nuevo disco entre los mejores del año. La manera en que ha superado sus problemas de salud y ha retomado su carrera musical es asombrosa, pero aun sin esas circunstancias sus canciones serían igualmente un caramelo. Hay que saborearlo sin prisa, pero con ganas. Collins ha vuelto.