Hay lugares que imprimen carácter y el sureño estado de Alabama es uno de ellos, sin lugar a dudas. Enclave esencial en el devenir del soul, del rhythm and blues y del country, en sus confines se grabaron sonidos y canciones destinadas a la leyenda.
Porque a sus pequeños pero eficientes estudios de grabación acudieron durante las décadas de los sesenta y setenta foráneos de relumbrón que consiguieron cotas artísticas inimaginables en otros pagos, gracias al buen hacer de los músicos, técnicos y compositores locales.
Austin Hanks nació en las colinas Apalaches de dicho estado y pronto se dejó contaminar por el más auténtico rock and roll.
Militó durante los noventa en los olvidados Slick Lilly, fabricantes de oxidado Hard Southern Rock, en la onda Black Crowes, aunque sin el talento ni la fortuna necesarias para salir del circuito de las pequeñas salas.
Debutó en solitario en 2005 con el álbum "Salt of the Earth", un formidable ejercicio de Americana, que le valió un montón de críticas positivas y cientos de actuaciones abriendo para los grandes del género. Se mudó a Nashville primero y a California después y regresa ahora con una catedral sónica titulada "Alabastard": Bastardo de Alabama.
Acompañarse de tipos como Bill Gibbons de la ZZ Top Band, Doug Pettibone, guitarrista de Lucinda Williams, Jimmy Hall de los Wet Willie, Steve Ferrone, batería para Tom Petty o Rickey Medlocke, ex-Blackfoot/Lynyrd Skynyrd y dejarse producir por David Bianco solo puede producir resultados más que recomendables.
"Alabastard" se recomienda sin reservas a los degustadores del mejor rock sureño con sus trece perlas trenzadas por una gran voz que aúna poderosas baladas como la inicial "Toughest part of me" en la estela del maestro Dan Penn o la increíble secuencia titulada "Worth the fight". Sólo por ella, este disco ya sería de adquisición OBLIGATORIA.
Hacer notar el magisterio de Austin con la Gibson Les Paul es de justicia, y atreverse con el "I'll go crazy" de James Brown, no es para nada tarea fácil, pero Austin sale indemne y victorioso.
"Bone,muscle and blood" es carretera y manta con dirección a Texas.
"Lakeside" es lo mismo pero virando hacia New Orleans y con el viento de cara.
"Rise above" es Neil Young conjurando al espectro de Ronnie Van Zandt, allá donde quiera que este se encuentre: simplemente BRUTAL.
"Savior self" destila funk y licor de cactus con Billy Gibbons chisporroteando guitar licks y riffs a diestro y siniestro.
"Birmingham" es booggie y honky tonk en bares abiertos hasta el amanecer, vamos, deesos que no cierran NUNCA.
"Risin' water blues" encierra la esencia de Stevie Ray Vaughan, Paul Kossof y Elmore James.
Se echa el candado con buen y viejo ritmo de rock'n'roll, como mandan los sagrados canones de dicho estilo. Con un Mr. Hanks desbocado y a tumba abierta. Aullando a la luna con piano de barrelhouse aporreado hasta la extenuación.
Súmale a todo esto una cubierta memorable, con preciosas fotos del protagonista, su instrumental, la geografia y sus secuaces y verás que estamos ante uno de los mejores discos de raíces sureñas del año. Así de simple, así de claro.