Pocas dudas caben sobre el crecimiento en todos los órdenes -creativo, interpretativo, mediático- experimentado por Los Enemigos desde que en 1990 publicaron el disco cumbre de su carrera, reconocido como uno de los mejores de la historia del rock español.
Pero sucede que también 'La vida mata' es mejor álbum ahora que entonces. Esa colección impecable de canciones ha ganado con el discurrir de las décadas un poso que las regenera y las convierte en himnos, en banderas blancas que ondean agitadas por acordes y versos venerados por la gran familia enemiga.
Parte de ella, toda la que humanamente cabía en el Lula Club de la Gran Vía madrileña, se reunió para celebrar el primero de los 'universarios', la re-presentación en directo de cuatro de los discos fundamentales de la carrera del grupo: 'La vida mata' (1990) 'La cuenta atrás' (1991), 'Nada' (1999) y 'Bestieza' (2020).
Josele Santiago, David Krahe, Fino Oyonarte y Chema 'Animal' Pérez, camisas negras, calvas al descubierto, sonrisa en la boca, se saltaron el orden de la grabación original y abrieron la fiesta con la canción que cierra el álbum, 'Firmarás'. El público comenzó a entonar 'Todo lo que sabes tú, todo lo que no sé yo' y ya no calló en toda la noche. Nos postramos a sus pies y comenzó a sonar un coro.
Es curioso cómo un disco que gira en torno al concepto de la muerte -la ejecución de un reo, un suicido, el diálogo con el más allá- logra desprender tanta luz. Las guitarras son un calambre permanente y las letras merecen un capítulo aparte en la música española. Todo lo que Josele ha demostrado como compositor con el paso de los años ya estaba ahí, en 'La vida mata': su sarcasmo, su insólita conexión de conceptos, esa puntería para retratar a los perdedores y a los canallas. Al señor bajito que pega a tus hijos. Y siempre ese toque castizo, tan descarao, tan de su juventud en la Puerta del Ángel. ¿O qué?
Inevitable recordar al Josele en sus primeros conciertos en directo, cuando apenas levantaba la voz por encima de los instrumentos, y que ahora, tras años de estudio y de mejora, se permite lucimientos como el que se marcó en 'Ya no quiero ser feliz', con la concurrencia extasiada.
Cayeron todos los temas de 'La vida mata' excepto 'La torre de Babel'. El corazón disparado con 'Septiembre' y 'Desde el jergón', obras maestras sin discusión. La sangre aún me hierve.
Pero una vez cantado el disco que daba nombre al concierto, Los Enemigos dieron en la segunda parte de la velada un repaso exhaustivo a toda su trayectoria, con una selección de temas de variadas épocas, desde el 'Complejo' de 'Ferpectamente' (1986) al 'Siete mil canciones' de 'Bestieza' (2020), canción de amor memorable en la que encaja como un guante la frase de López Vázquez en la mítica 'Atraco a las tres': un esclavo, un admirador, tu siervo.
Hombres de pocas palabras, fue Fino el enemigo que mostró más ganas de interactuar con los fans. El bajista fue también quien se encargó de recordar a los amigos perdidos por el camino. Comprende, amor. 'La carta que no' abrió una generosa lista de cinco bises que también incluyó la versión de 'Señora' de Serrat -"una versión que se nos ha pegado como una lapa", dijo Josele- y que concluyó con la muy solicitada 'Paracaídas', tras casi dos horas de comunión total entre los de arriba y abajo del escenario.
La verdad, hacía tiempo que no pillaba algo tan fetén.