La suerte está echada para este grupo de Milwaukee que en su segundo LP parecen haber dado un salto de gigante en calidad y acierto compositivo. Como su líder Jordan Davies reconoce, su debut era practicamente una aventura unipersonal, aunque no exenta de perfeccionismo, que podía considerarse como la carta de presentación de un buen aficionado a la música y tuvo la suerte de dar en la diana del éxito con muy buenas críticas.
En este caso ha formado una banda que comparten proyecto e ilusión, cuidando los detalles y continuando con su tendencia al trabajo elaborado. El resultado es Rubicon, power pop, garage, blues y rock unidos en una buena amalgama de la que son corresponsables Tjay Christenson (teclados), Tyler Chicorel (batería) and Job Heibler (bajo). Los conocimientos, es decir que conocían a un tipo relacionado con la política, les han llevado a formar parte de la campaña del demócrata Bernie Sanders, lo que les ha dado un plus de fama local que ellos asumen como un nuevo golpe de fortuna para una corta carrera que se merece ese empujón.
Rubicon cuenta con un sonido muy de directo, que es lo que pretendían desde el principio. De hecho sus primeros videos promocionales son actuaciones en directo, donde no hay duda de que la cosa suena bien. Bitter Cup y ese recuerdo a los Depp Purple les avala de forma contundente, pero no es ni mucho menos la única influencia que se aprecia, en el disco hay mucho de Elvis Costello (Sunday take me away) o de los 60's (Mountain).