Por voluntad, por responsabilidad o por obligación, este 8M se celebra en casa. Como siempre, pero más que nunca, con la compañía de tantas grandes intérpretes que hicieron mejores nuestras vidas con el regalo de su música.
Muchas de ellas recorrieron un camino plagado de dificultades o pagaron por el éxito un coste doloroso. A veces, su carrera se vio interrumpida por circunstancias inesperadas. De un modo u otro, y antes de que la pandemia condicionase todo, ellas también vivieron confinadas. Por ello, en este 8M las sentimos más cerca.
Por el acoso
Phoebe Bridgers, autora del disco ‘Punisher’ que encabezó muchas listas de lo mejor del año 2020, vio su despegue musical puesto en cuarentena por culpa del acoso al que la sometió Ryan Adams. La promesa de apoyarla en su lanzamiento internacional tenía contrapartidas que Bridgers no sospechaba. En cuanto ella, a los 20 años, se negó a mantener una relación con su protector, este pasó a las amenazas y al chantaje.
A las denuncias de Bridgers contra Adams se sumaron otras mujeres. Él pidió perdón y abrió un periodo de silencio discográfico del que también salió en 2020. Ella se libró de la sombra del que había sido su inspiración y ahora vuela, desconfinada, como en este vídeo del tema ‘Kyoto’. Qué voz tan maravillosa.
Por la violencia
Shelby Lynne y Allison Moorer no comparten apellido pero son hermanas y tienen en común un triste pasado de violencia familiar. De adolescentes, ambas presenciaron cómo su padre mataba a su madre y luego se pegaba un tiro en la cabeza.
Con distintas secuelas emocionales, ambas lograron sobreponerse a la tragedia y apuntalar, cada una por su camino, sendas trayectorias en el género de la americana.
Treinta y cinco años ha tenido confinados en su cabeza Allison Moorer los recuerdos de aquella escena mortal antes de poder ponerlos voz en el disco titulado, cómo si no, ‘Blood’.
Por el racismo
El silencio también confina. Y las gitanas que se dedican a la música lo padecen en cuanto se salen del tópico de la peineta. Cathy Claret, gitana francesa, es la compositora del célebre ‘Bolleré’ que hizo popular Raimundo Amador y que interpretó B.B. King.
Ella, más popular en Japón que en Francia o en España, lucha por sobreponerse a clichés raciales, estéticos y musicales para triunfar con su ‘pop canastero’ y vivir siempre libre.
Por la pobreza
Aunque cantaba desde niña por los bares de pescadores de Cabo Verde, Cesaria Evora tuvo que abandonar pronto la música para ayudar a mantener a sus seis hermanos y a su madre. La vida de privaciones acentuó la melancolía inconfundible de su voz y la empujó al alcoholismo.
Por la trascendencia que cada una tuvo para la música en sus respectivos idiomas, a menudo se la ha comparado con la francesa Edith Piaf, con la que también compartió una infancia de miseria y una vida de adicciones.
El éxito le llegó en su madurez, pero Cesaria Evora nunca dejó de cantar descalza para recordar sus orígenes y la pobreza de su pueblo.
Por la industria
Desde el pasado mes de noviembre, Taylor Swift puede volver a grabar y a cantar las canciones que ella misma escribió para sus seis primeros discos. ¡Taylor es libre!, celebraron las redes sociales.
La venta de los derechos de autor ha dado origen a grandes controversias entre cientos de cantantes y sus discográficas. ¿Cabe pensar en mayor confinamiento que el de negarte la propiedad de lo que has creado? Menos mal que Swift ya podrá volver a interpretar, cuando le dé la gana, canciones como esta.
Por la depresión
La burbuja sanitaria te aísla de los virus. Pero la burbuja de la industria de la música te deja fuera de la vida real. Así lo sintió Lydia Loveless tras su gira de 2016, a quien la vuelta a lo mundano, que también coincidió con un divorcio, le causó una profunda depresión.
Como ella, otras cantantes como Mary Chapin Carpenter, Adele o Billie Eilish han hablado de forma abierta de los problemas anímicos que han sufrido en distintas etapas de sus vidas.
A sus 26 años, Lydia Loveles comprobó que, en su caso, la depresión como motor de la creatividad no era más que un mito. Ella tuvo que superarla para volver a escribir esos temas fantásticos que, hoy por hoy, la convierten en nuestra consentida del country alternativo.
Por todo
Imposible incluir en alguno de los apartados anteriores a la eterna Billie Holiday, porque la vida fue tan generosa con ella en desgracias que le regaló todas. Es la confinada por excelencia. Violada a los 10 años, prostituida en su infancia, apartada de las grandes salas por ser negra, denostada por ser bisexual, adicta a las drogas, rechazada en los hospitales, estafada por sus representantes… y, sin embargo, la mejor. Nadie ha cantado como ella. Preferimos recordarla guapa y alegre, en compañía de Louis Armstrong en la película ‘New Orleans’.