Me encanta ver el desolador panorama que todos los cierres de año plantean esos listados que pretenden seleccionar lo mejor de la cosecha musical recolectada durante el susodicho ejercicio.
Y es que el talento y las intenciones de los responsables de las susodichas listas, a veces no es ni siquiera digno del menor de los respetos, aunque ya se que esta afirmación sea de lo más políticamente incorrecta.
Pero desde ya mantengo que el fin de la civilización occidental se me aparece a pasos agigantados y no solo por la inestimable presencia de Mr. Trump y su contrapunto norcoreano, sino por la inquietante adicción tecnológica y el extravagante gusto y sensibilidad musicales a las que las jóvenes generaciones parecen abocadas. ¿Alguien puede decirme quién coño necesita una nueva edición de Operación Triunfo? Si a todo ello le sumamos que el descenso a las catacumbas del real rock and roll es cada año más que evidente, nadie podrá extrañarse de que mi visión apocalíptica del futuro de la civilización occidental sea parecido más bien al color de las hormigas. Y todo esto a cuento de que apenas he visto una simple reseña de esta auténtica OBRA MAESTRA originada en Australia titulada "The Last of the Buffalo".
Los Heartache State tienen en Nick Barker a un sólido líder con toda la experiencia del mundo desde sus lejanos tiempos con The Reptiles, amén de una cadena de espléndidos álbumes en solitario. Justin Garner es la otra cabeza pensante en esta banda y militó en los ignotos Southpaw de los que nunca logré escuchar nada. Juntos en Heartache State y desde la soleada Melbourne editaron un bonito álbum autotitulado allá por 2015 con el que la pareja dejaba meridianamente clara la orientación sónica del grupo: melodías gloriosas, guitarras rotundas y clasicismo de ascendente americano.
Eso sí, con ese factor "aussie" tan especial y difícil de definir, pero que sabrán reconocer y apreciar todos aquellos que han disfrutado alguna vez con los tremendos Hoodoo Gurus de "Mars Needs Guitars" o los impagables You Am I en "Hourly,Daily". Pues bien, digámoslo desde ya. Alto y claro. Si después de haber escuchado, por el método que sea, plataformas digitales incluidas, "The Last of the Buffalo" no coincides conmigo en que esta colección es gloria bendita, y en mi improbable lista resumen, mejor álbum del año pasado (lo siento por Matt Mays), es que tu y yo, decididamente, no hablamos el mismo idioma musical y que además, nunca querría conocer tu lista de favoritos. Desde el principio marcando territorio propio con "Honey Slide" y esos riffs tan marca de la casa Westerberg/Young/Tim Rogers. "Swallow Your Pride" podría ser el single radiofónicamente PERFECTO. Americana/Power Pop/Emocion. Oirla para creértela. Me desarmó desde la primera escucha y aún sigue haciéndolo. Mi canción favorita de 2017. Dicho queda.
La primera balada se titula, ojo al dato, "Devuelveme mis Lps de Aerosmith" y si Steven Tyler la escuchara seguro que se iba de cañas con estos canguros. La canción que titula el álbum es vacile puro y duro. Replacements y alcohol de garrafa. Sensibles abstenerse.
"Running for So Long" es un medio tempo monumental en honda Crazy Horse y al que Keith Richardsle habría gustado meter mano. "Tigers" podría haber estado en el "Wildflowers" de Petty o en el primero de Wilco. Preciosidad empapada en ozono.
"Airstrike" es como una bomba de relojería. Te avisa pero no te da tiempo. ¿El improbable segundo single, para una improbable emisora en la noche?. Y ese estribillo.... Dios, ¿óomo se puede ser tan bueno?.
"I ain't Complaining" es una balada de tendencia soul viscosa, viciosa como un Jagger salido aullando a la luna. Puro vicio. "Clouds" posee ese "groove" sureño que tanto le gustaba a Joe Walsh en sus inolvidables James Gang.Lo mas boogie de todo el disco. Garner & Barker vacilando en la pista de baile. Los bares se cierran con el recitado a lo Lou Reed y la cadencia gramparsoniana de arrastre "Wild Horses", que supone ese final de farra titulado "Calm Me Down".
Australia ya ha aportado a la Gran historia del Rock nombres tan esenciales como Easybeats o Radio Birdman. Ojalá la suerte sea magnánima con esta maravillosa banda llamada Heartache State y espero que este sublime segundo álbum les reporte un merecido reconocimiento internacional. Reconocimiento que debería extenderse mas allá de su remoto lugar de origen.