Glutamato Ye Ye ya apuntaban con su propio nombre que habían llegado al mundo del rock and roll para divertirse y divertir. En seguida sus canciones lo confirmaron.
Ya antes de grabar, cuando su maqueta recorría las radios madrileñas y ellos daban sus primeros conciertos, el bigote hitleriano/chaplinesco de Iñaki Fernández, el cantante, era una de las imágenes más identificables de la movida. Sin olvidar su pata de gallo al cuello.
En 1982 llegó su primera grabación, "Corazón Loco", un EP de cuatro temas. La canción que daba título al artefacto, compuesta por Eugenio Haro y Jaime Urrutia (Gabinete Caligari), era directa y urgente, de inspiración ramoniana, y hablaba de "un corazón que hace un ruido infernal", "un corazón loco que suena muy pop por ti".
También se convirtió en un clásico imprescindible "Hay un hombre en mi nevera", una historia de "misterio" que narra la continuada desaparición de alimentos de un frigorífico, atribuida a un extraño intruso. Completaban el disco otras dos píldoras de humor surrealista, o de "pop psicotrópico" que decían ellos, "Holocausto caníbal" y "Narcosis".
Por si no bastaran sus méritos musicales, Glutamato inyectaron un poco de pimienta a la paliducha modernidad madrileña al fundar las "Hornadas Irritantes" junto a Derribos Arias y Sindicato Malone, entre otros. La cofradía se definía por oposición a los "babosos", los que seguían el estilo de Secretos, Mamá, Totem... Ya saben, en la línea de rivalidades legendarias como Borg y McEnroe o Blur y Oasis. Con el tiempo, y no hizo falta que pasara mucho, "babosos" y "aberrantes" terminaron compartiendo grupos.
Junto a Iñaki Fernández, el núcleo de Glutamato lo formaban los hermanos Recio, Ramón y Patacho. Una larga lista de músicos fueron pasando por el grupo, entre ellos los hermanos Alberto y Eugenio Haro Ibars, el bajista Jacinto Golderos o el batería Carlos Durante.
En 1984 probaron el sabor del éxito con "Todos los negritos tienen hambre (y frío)" -como se imaginan, muchos no pillaron la ironía,- y un par de años después Glutamato Ye Ye entregaron armas y bagajes. Pero los corazones locos de Iñaki y Patacho se juntan de vez en cuando sobre el escenario y siguen buscando, sin suerte pero con ahínco, al hombre de la nevera.