Acercarnos a la obra de Ken Rosenthal significa abrir la mente a un mundo que va más allá de nuestros ojos. Salir de nuestro tiempo y espacio e introducirnos con un vuelo fugaz en lo más profundo del pensamiento: allí donde habitan nuestros fantasmas.
Como en un mal sueño, esas imágenes afloran al espectador provocando ira, pena, dolor, nunca asombro, porque son esas imágenes que todos tenemos dentro. La virtud del fotógrafo es saber plasmarlas en papel y extraer de nuestro interior la irrealidad de los habitantes del abismo que todos tenemos.
El artista nació en Los Angeles, y se graduó en la Universidad de Southern California, continuando sus estudios en el School of the Arts Institute of Chicago. Fue ayudante del retratista Arnold Newman, del que aprendió gran parte de los conocimientos acerca del copiado y de la disgregación de la imagen que es constante en su obra. Al contrario que otros tipos de obra donde se van añadiendo elementos, Rosenthal parece quitar a sus fotografías todo lo superficial hasta conseguir mostrar el inicio de la imagen. Sus albumes familiares son colecciones inquietantes de secuencias que afortunadamente para nuestra salud mental son sólo para admirar y no para recordar.
