Para escribir las canciones que escribe Ron Sexsmith probablemente hay que ser buena persona. Muy buena persona. Si quedaba alguna duda, los doce temas que aparecen en su nuevo trabajo, 'The Vivian Line', llegan para corroborarlo.

No es solo la sensibilidad exquisita que muestra en sus composiciones. Ni la generosidad con la que abre su corazón para enseñar todo lo que lleva dentro. Es, sobre todo, su facilidad para captar ese estado anímico generalizado en el que nos han dejado pandemias, guerras y otros atropellos televisados en directo y entender que es el momento de levantar la cabeza e intercambiar mensajes de ánimo.

Todo ello con naturalidad, sin caer en sensiblerías y sin esconder que la realidad es la que es.

Pero resulta que "más allá de los malos tiempos hay un lugar llamado amor" ('A Place Called Love'), que "somos afortunados de tener un hogar" ('One Bird Calling') y que, por muchos años que pasen, la infancia sigue siendo esa patria a la que siempre podremos regresar. Él mira al retrovisor sin miedo en 'What I Had In Mind', donde confiesa una de las claves de su filosofía: "Nunca pude ver la relevancia o la inteligencia de predicar el pesimismo".

 

Son ya 17 los álbumes publicados por el canadiense. Sexsmith canta cada vez con más gusto y en este disco arropa su voz con una instrumentación suavísima, pero muy trabajada, más propia de una orquesta que de una banda de rock. Fiel heredero de los Kinks, lo demuestra a las claras en canciones como 'Country Mile' o 'A Barn Conversation'.


El disco está producido por Brad Jones, que fue su bajista en trabajos anteriores y que consigue un sonido atemporal, por encima de tendencias. Quizá Ron esté, como señala otra canción, 'Outdated and Antiquated', desfasado y anticuado, pero en el mejor de los sentidos. Nunca se quedará viejo.


Una crítica a este disco en la web británica 'Americana UK' bautiza a Ron Sexsmith como 'el alcalde de Villa Melodía'. Inmejorable definición, a la que este gran artista de lo cotidiano honra con canciones como 'Diamond Wave', otro canto al optimismo, con precioso punteo guitarrero, que se transforma al final en maravillosa canción de amor:

"Hemos tenido mala suerte durante un tiempo / seguimos yendo a ninguna parte, pero ahora vamos con estilo / Tenemos una sonrisa para todos los que conocemos y también para los que no / Hemos estado de bajón pero ahora nos sentimos bien / y las cosas se mueven como sabíamos que lo harían / Oh, estoy cabalgando en una ola de diamantes (...) / Bueno, la vida no es fácil, pero eso es una noticia vieja / Tengo una camisa puesta, tengo un par de zapatos nuevos / y la tristeza no se queda por mucho tiempo / Cuando viene,  le enseño la puerta / Y sabes que te quiero, sabes que es verdad / y me siento como un rey cuando dices que me amas también / Estoy cabalgando en una ola de diamantes"