Introduciendo variantes y cromatismos instrumentales inéditos en sus dos anteriores trabajos ("Magia Azul" y "Los Años Luz"), el tercer álbum de Félix Lineker hace justicia tan poética como real a su titulo.

Porque si a la labor de Charlie Bautista a los controles añadimos su talento como productor, arreglista y músico de sesión, entonces su implicación se me antoja ciertamente definitiva en el proyecto. Suyas son la multitud de capas de teclados, guitarras eléctricas en su mínima expresión y percusiones de orgánico y revelador resultado.

Y es que la espina medular y casi todo el esqueleto sónico del disco se apuntalan sobre guitarras acústicas rotundas, tan importantes como las vigas maestras de un edificio. Guitarras que son como mechas dispuestas para encender, iluminar e incendiar cada rincón oculto de este "Nuevo Estadio Sonoro". Se añaden orquestaciones sintetizadas, tan vintage como modernistas, y que resuelven a su favor la ecuación de riesgo por la que su creador apostó desde el inicio

Es en sus letras donde Félix Lineker desnuda y conjura las filias y las fobias que deambulan a lo largo y ancho de su particular departamento de fantasmas. La suya es lírica y poesía de solitario corredor de fondo, de superviviente avezado en los territorios del cantautor/songwriter en el siglo XXI.

Diez nuevos episodios que se inician con " A otro lugar". Es este un magnífico entrante repleto de sonido Americana, escuela Ryan Adams, que rebosa elegancia y autoafirmación. Como si fuera un último tren de medianoche al que subirse en marcha hacia un idealizado destino final.

"Maletas" insinúa derrotas de carretera y equipajes existenciales a medio hacer. Aeropuertos solitarios e impecables despegues de aviones a los que nunca podremos llegar a tiempo.

Monumentales riffs de Gran Rock de guitarras en sobredosis para un cóctel molotov titulado "Mi Error". Con camellos, doctores, adicciones y peticiones de indulgencia imposibles."Chaqueta gris" es una oda al amor generoso, a la amistad incondicional y a la nostalgia sobrellevada a ritmo de contemporáneo vals portuario y con apoteósico y elaborado final lisérgico.

"De tu letargo" se descubre sobre una pieza de extraña belleza antigua, cuasi medieval. ¿Folk para cenicientas del indie? Tan gélida y vampírica como intrigante y conmovedora. Y cien por cien marca registrada de la Factoría Lineker.

Más folklore de aromas cuasi grunge, por repetitivo y agobiante, para "Han matado una canción". Con ese halo tóxico, enfermizo y amenazador que sobrevuela esta letanía de obsesivo esquema en espiral.

Tan escasa como atractiva es la brevedad otorgada a "Volando Alto". Aquí no me habría importado un minutaje mas amplio, porque la dinámica y la pegada del tema puede que lo justificara. Aunque lo que si es breve y bueno, casi siempre suele doblar su valor. ¿Y por qué me recuerda tanto esta canción a los Damned de "Phantasmagoria" con su rock'n'roll de solemnidad cuasi gótica? Vaya usted a saber.

La sensibilidad folk/rocker de Lineker se enreda en los acordes de tiempo medio y acogedor himno sinfónico de "Imitando a la vida". Imposible no apuntarse a su adictivo estribillo, a no ser que no hayas entendido nada de esta película.

"Unidad 37" es una exposición descarnada y metafórica de experiencias pretéritas y que, como sucede en las pesadillas, suelen estar al acecho, a la vuelta de cualquier esquina. Como también lo está la posibilidad de encontrar una salida por la escalera de incendios del Amor, del Prozac o de los Beatles.

Apuesto a que si los hermanos Gallagher o Neil Young escuchasen la majestuosa balada "Dejalo Estar" sonreirían cómplices al comprobar como sus tutoriales han sido asimilados, conscientemente o no, por las nuevas generaciones. Su último acorde es la promesa de que muchas y enormes canciones están esperando en la recámara para ser liberadas cuanto antes.

Resumiendo: en este álbum hay artesanía, tradición e innovación y, sobre todo, una incesante búsqueda de la excelencia mediante diez exorcismos en los que Felix Lineker expulsa conflictos, expresa inquietudes y transmite pensamientos con los que muchos podemos también sentirnos identificados.

¿Curación espiritual, individual y colectiva en el Nuevo Estadio Sonoro?. Yo, de entrada, mientras lo escucho y disfruto, lenta y cadenciosamente, inspiro y respiro.

 

"De tu letargo" se descubre sobre una pieza de extraña belleza antigua, cuasi medieval. ¿Folk para cenicientas del indie? Tan gélida y vampírica como intrigante y conmovedora. Y cien por cien marca registrada de la Factoría Lineker.

Más folklore de aromas cuasi grunge, por repetitivo y agobiante, para "Han matado una canción". Con ese halo tóxico, enfermizo y amenazador que sobrevuela esta letanía de obsesivo esquema en espiral.

Tan escasa como atractiva es la brevedad otorgada a "Volando Alto". Aquí no me habría importado un minutaje mas amplio, porque la dinámica y la pegada del tema puede que lo justificara. Aunque lo que si es breve y bueno, casi siempre suele doblar su valor. ¿Y por qué me recuerda tanto esta canción a los Damned de "Phantasmagoria" con su rock'n'roll de solemnidad cuasi gótica? Vaya usted a saber.

La sensibilidad folk/rocker de Lineker se enreda en los acordes de tiempo medio y acogedor himno sinfónico de "Imitando a la vida". Imposible no apuntarse a su adictivo estribillo, a no ser que no hayas entendido nada de esta película.

"Unidad 37" es una exposición descarnada y metafórica de experiencias pretéritas y que, como sucede en las pesadillas, suelen estar al acecho, a la vuelta de cualquier esquina. Como también lo está la posibilidad de encontrar una salida por la escalera de incendios del Amor, del Prozac o de los Beatles.

Apuesto a que si los hermanos Gallagher o Neil Young escuchasen la majestuosa balada "Dejalo Estar" sonreirían cómplices al comprobar como sus tutoriales han sido asimilados, conscientemente o no, por las nuevas generaciones. Su último acorde es la promesa de que muchas y enormes canciones están esperando en la recámara para ser liberadas cuanto antes.

Resumiendo: en este álbum hay artesanía, tradición e innovación y, sobre todo, una incesante búsqueda de la excelencia mediante diez exorcismos en los que Felix Lineker expulsa conflictos, expresa inquietudes y transmite pensamientos con los que muchos podemos también sentirnos identificados.

¿Curación espiritual, individual y colectiva en el Nuevo Estadio Sonoro?. Yo, de entrada, mientras lo escucho y disfruto, lenta y cadenciosamente, inspiro y respiro.