La vuelta al barrio, los bares, los programas de radio por la noche, la música: el rock and roll. Fue un movimiento sin nombre, de hecho sigue moviéndose y sigue sin tener nombre. Son o mejor dicho somos un movimiento cabezota. Tiramos la chupa de cuero de vieja que estaba, pero guardamos en un cajoncito la chapa de la lengua de los Rolling. Nos gustaron los Sex Pistols y a pesar de que sabemos que John Lydon es un farsante nos mola verle escupir barbaridades de vez en cuando. A veces nos sorprende el telediario con la muerte de algunos de nuestros idolos. La muerte en el rock es prematura: Joey, Dee, y Johnny Ramone lo demuestran. 

 

Antes se piró Joe Strummer, hizo amigos por media España pero nadie le libró de que se le parase el corazón. Y Bowie hace poco. Otros nos sorprenden haciendo anuncios de tónica, horas de sueño perdidas creyéndonos transgresores y ahora nos vemos en su espejo y no queda otra que reirse. Pero nuestro movimiento continúa, es cabezota. El vecino del barrio tenía un grupo que tuvo un éxito efímero, ahora se junta con el batería de directo de un grupo famoso y tocan en ese garito oscuro, que siempre lo fue para ocultar que no lo limpiaban mucho. Y en el barrio de al lado han abierto un bar que pone buena música, y ahí vemos al guitarra de aquel otro grupo, lleva patillas, pero se le ve el cartón. Que se le va a hacer, está con el cubata en la mano y sigue emocionándose cuando ponen Wild Horses.  

Alfa - Concierto Para Ellos
Canción incluida en "Santa Cecilia Y El Diablo", de Alfa