"Hasta el día en que muera será una de mis piezas favoritas de la música que he escrito. Suena tremenda en directo. Mis hijos la aman, los amigos de mis hijos la aman y todo el mundo la amará".

Noel Gallagher nunca ha destacado por su mesura, pero así es cómo ve él "Holly Mountain", el primer single de "Who Built The Moon", el recién publicado álbum (24 de noviembre) de Noel Gallagher's High Flying Birds.

Y lo cierto es que en "Holly Mountain" el señor Gallagher, de la mano de David Holmes, rockea como nunca, cabalgando sobre una espesa amalgama sonora a base de guitarras, órgano (cortesía de Paul Weller) y metales. Sin olvidar los uuuuh y la guerrillera flauta del estribillo. 

Una exhuberante explosión de alegría, rock directo a la yugular, del que se escucha alzando las pintas en el club, a mayor gloria de esa persona que cae del cielo y lo cambia todo.

"Cayó, cayó sobre mi hechizo / Aguanta, pequeña, vamos / Bailó, bailó en mis manos / Aguanta, pequeña, vamos / Sé mi mariposa / Estabas casi haciéndome temblar / Me pusiste por encima de todos los demás / Y si sientes la necesidad te enviaré una dosis de buena suerte / Para mí estas colgada de donde rompe el amanecer"

A muchos "Holly Mountain" les suena a David Bowie, pero al escucharla es difícil no acordarse del entusiasmo contagioso del belga Plastic Bertrand y su anfetamínico "Ça Plan Pour Moi".

En la historia de los Gallagher, con Oasis y en solitario, la música  termina siendo frecuentemente apenas una nota a pie de página entre un alboroto de balandronadas, excesos y peleas fraternas o gremiales que, al fin y al cabo, les han dado tanta popularidad como su música. Pero escuchando "Holly Mountain" ¿quién prestaría atención a todas esas tonterías?