Siniestro Total han llegado a su fin. En mayo de 2022 darán sus últimos conciertos y dirán adios para siempre, al menos en lo que a directos se refiere. Su lema es 40 años sin pisar la Audiencia Nacional. Y no es una broma, lo que afortunadamente no ocurrió, podría haber ocurrido en muchos momentos de su carrera.

Finales de los noventa, Madrid, sala Moby Dick, cerca de la medianoche. La sala está a medio gas, es día de diario, y los festivales han ido cogiendo protagonismo a costa de los locales más pequeños. Aunque el concierto está programado para las 11, ya sabemos que, por lo menos, se retrasará una hora y hay quien aprovecha para cenar en los bares de los alrededores.  Se ve gente con pocos años y algunas caras conocidas de los bares de Malasaña, de los conciertos de Los Enemigos, los Young Fresh Fellows o Def Con Dos.  Salen al escenario, con cierta parsimonia, un tipo muy pálido y su grupo. No es la salida triunfante de U2 o Bruce Springsteen en un estadio, más bien la de un grupo de amiguetes con la guitarra debajo del brazo. Alguien grita entre el público ¡Costas!¡Desnutrido! Y comienza el concierto de Los Feliz. El ex Siniestro Total, el que emocionaba y levantaba al público cantando la genial adaptación que hizo Julián Hernández del Sweet Home Alabama, transformándola en Miña Terra Galega, conversa entre canción y canción. Nos da una consigna: cada vez que diga “qué bonita es la amistad” debemos responderle “enséñame la pasta”. Hacemos una prueba y respondemos tímidamente. No dice nada. Sigue el concierto, la sala tiene ya una entrada aceptable, el sudor empieza a aparecer y el enséñame la pasta va sonando más fuerte. Es un tunante, nos va llevando a su huerto. Los temas de Siniestro Total van intercalándose entre los nuevos. Suenan Bailaré sobre tu tumba, Menea el bullarengue y Pueblos del mundo extinguíos, la cosa sube. El repertorio de Siniestro toca la fibra a los que tienen los mismos años que ellos cuando empezaron. A algunos les asoma ya la tripilla. Poco a poco el entusiasmo crece y las tablas del creador de Assumpta, que también suena, amplifican un ritmo frenético que se mantiene hasta el final del concierto. Miña terra galega se cuela para el impulso final. Costas lo ha conseguido una vez más, cuando cojo el Metro se oye a lo lejos un “devuélveme la pasta” con olor a alcohol. No es Siniestro Total, pero se le parece mucho.

Unos cuantos años después, otro nombre otro lugar, pero el mismo tipo pálido y el mismo resultado.

Casi en las mismas fechas Julián Hernández, único miembro original que queda en la banda, lleva a Siniestro Total en una gira que acaba en Las Ventas, junto a Javier Soto que estuvo en el germen del grupo – durante un tiempo ensayaban en su casa - aunque no en sus primeros discos. Julián levanta al público cuando toca canciones como Purdey, con letra de Germán Coppini, o todos los ahorcados mueren empalmados, con la que se abría su primer LP, ¿Cuándo se come aquí? Ya hace unos años que ha dado un giro a sus pretensiones musicales aumentando el protagonismo del blues, género del que siempre ha sido un gran seguidor, consiguiendo engarzarlo en el estilo de Siniestro Total, logrando un giro evolutivo difícil de imaginar cuando Coppini se desgañitaba con Ayatollah, una canción inconcebible hoy en día, escrita por Julián hace más de 40 años.

Hay que recordar que cuando Julián Hernández le pasó a Jesús Ordovás su primera maqueta, éste duda en programarla en Esto no es Hawai, en la recién creada Radio 3, por si se exponía a una denuncia. La primera canción de Siniestro Total que sonó en la radio fue la maqueta de Ponte en mi lugar, un tema con letra de Germán Coppini y música de Javier Torrado, que curiosamente no irritó a demasiada gente y permitió que siguiese con Matar Jipies en las Cíes, Ayatollah, y una lista de canciones que combinaban humor sin pretensiones – El cobrador loco, Mario encima del armario, Los esqueletos (no tienen pilila) – con otras cuya provocación era insólita – Las tetas de mi novia, Los chochos voladores, Todos los ahorcados mueren empalmados – y siguiendo la estela de compromiso político de grupos como los Dead Kennedys, género aun ocupado en España por los últimos coletazos de los cantautores, tres canciones con dosis de actualidad política internacional – Los mártires de Uganda, Fuera las manos del Vietnam socialista y el mismo Ayatollah – siendo esta última la que llevó al grupo a la fama con un Germán Coppini que aparecía como el front-man ideal por su imagen, su carisma y una voz potente y llamativa.

La historia de Siniestro comienza con la pubertad de sus miembros, Julián Hernández y Alberto Torrado son amigos desde la infancia y van descubriendo el rock juntos, aprendiendo a tocar la guitarra al mismo tiempo. Miguel y Javier Soto también son amigos y acaban por tener nexos comunes con los anteriores. Germán Coppini también participa de sus gustos y acaba por confluir con ellos. Durante varios años, mientras van aprendiendo a defenderse con los instrumentos, han ido haciendo y deshaciendo grupos, cambiándose el nombre y tocando de vez en cuando en algún pequeño local: los más celebres nombres son Mari Cruz Soriano y los que afinan su piano y Coco y los del 1500, aunque hubo unos cuantos más, sin éxito pero con el claro objetivo de conseguirlo. Finalmente, la historia conocida de su accidente de coche da nombre al grupo y Siniestro Total publica con DRO, en 1982, el EP Ayudando a los enfermos. Formaban el grupo Julián Hernández, Miguel Costas, German Coppini y Alberto Torrado. Incluyó cuatro canciones: en la cara A, Ayatollah y Matar jipies en las Cíes; en la B, Purdey y Mario (encima del armario). Esto les condujo a su primer LP, ¿Cuándo se come aquí?, presentándose en el Rockola en marzo del 83.

Poco después de publicar ¿cuando se come aquí? Carlos Tena pretendía llevarles a Caja de Ritmos con un par de temas inéditos. El escándalo de Las Vulpess estalló y no se atrevió a llevarles con Me pica un huevo escrita por Julián Hernández y que era la cara B del sigle Sexo chungo. Aun así la canción se extendió como la pólvora, pero no hubo ningún problema con las leyes.

Realmente Coppini solo escribió la letra de cuatro canciones en Siniestro (Purdey, Ponte en mi lugar, la revista y ¡Un, dos!), pero durante sus primeros tiempos su prestancia eclipsaba al resto de miembros del grupo. Cuando se vislumbraba que Hernández y Costas tenían más peso en el proceso creativo, dejó el grupo animado por un botellazo contundente en un concierto en Barcelona, se centró en Golpes Bajos y nos dejó sorprendidos con su contribución a la música con Malos Tiempos para la Lírica, una obra deliciosa para los oídos que había escrito mientras estaba en Siniestro y ofreció al grupo, que la rechazó por ser demasiado seria, pasando a formar parte de las grandes canciones creadas en nuestro país.

Siniestro siguió adelante con algunos de sus momentos mas divertidos. En la época era corriente el playback en los programas de televisión. Así que de perdidos al río, haciendo el ganso sin complejos:

Entre el 82 y el 93 Siniestro Total publicaron 8 discos de estudio y un directo Ante todo Mucha Calma, formando parte indiscutible de nuestra memoria, de la memoria de los bares y de los que no nos acordamos de lo que hicimos mientras sonaba Keke Rosberg, Rock en Samil o Menea el Bullarengue. 

Con la incorporación de Javier Soto a la guitarra y Paco Trinidad produciéndoles graban en el 85 Bailaré sobre vuestra tumba, uno de sus grandes exitos. Los playbacks seguían, afortunadamente no eran delito:

Cuando llevaban más de 10 años de carrera, la movida madrileña ya era un recuerdo y el panorama musical evolucionaba. Con la marcha de Costas del grupo en el año 94, la maquinaria no paró. A los veinteañeros del momento, Siniestro ya no les causa tanta sensación, triunfan los indies y el concepto de diversión y escándalo del punk rock ya no hace gracia en televisión y radio, con lo que, aunque llenan salas, y Julián sigue con buen nivel creativo, ya no forman parte del prime time musical, lo que por otra parte tampoco parece preocuparles mucho.  Julián siempre ha sabido interpretar lo que ocurre a su alrededor y la prolijidad creativa le mantiene ocupado permanentemente. Discos, libros, videos, películas, exposiciones, producciones, Hernández no es de los que se sientan a esperar, siempre ha sido así, un hiperactivo que sabe empezar proyectos y llevarlos a buen término gracias a su don de gentes y su constancia.

Y conciertos, muchos conciertos, siempre satisfaciendo a sus fans mas antiguos con las canciones más populares incluidas entre las nuevas. Aqui con un pequeño recuerdo de sus inicios, Ponte en mi lugar:

Miguel Costas tampoco para, de hecho, desde el inicio de Siniestro estuvo pluriempleado con Aerolíneas Federales y ha tenido continuidad con Los Feliz y ahora directamente Costas, su apellido. Miguel siempre ha tenido un carisma especial para la fiesta, con retranca y humor contenido, pero siempre participado por el público, más si te rodeas de amigos inspirados, como Pablo Carbonell:

Como unos Lennon y McCartney, Costas y Hernández han hecho grandes cosas juntos y también por separado, aportando cada uno sus matices. Ya desde el principio era así, Costas representó siempre el lado nihilista y despreocupado del sistema, lo que daba espontaneidad y diversión a sus letras y melodías, mientras que Hernández cultivaba más las relaciones, las influencias musicales y la combinación con otras disciplinas. Así, cuando aún no habían tenido el accidente en coche, y se cambiaban de nombre cada fin de semana, Costas y Soto desconfiaban de la amistad de Julián con Antón Reixa y sus amigos, que representaban al sector culto del underground vigués.

Julián Hernández y su vida a caballo entre Madrid y Vigo ayudó desde el inicio a su carrera. Loquillo, Poch, Servando Carballar, Kike Túrmix, Pepo Fuentes,Ordovás, formaron parte del entramado que permitió ir creciendo al grupo. Entre todos desgranaban la escena punk del momento: Ramones, The Clash, Dead Kennedys y un grupo español, Cucharada, con Manolo Tena y Moncho Alpuente que les abrió los ojos sobre montar un grupo.

La entrevista con Paloma Chamorro en La Edad de Oro, con un Julián verborreico e inspirado, poco después de la partida de Coppini, es una muestra del momento que vivían en los primeros 80:

Después de 40 años de carrera Siniestro Total han dejado un legado que incluye homenajes a hosteleros – Modesto de O Cerne da Devoura, Casto de El Palentino o Constante de El Kwai – gran cantidad de versiones memorables - Corta o pelo Landrú  (Cream), Opera tu fimosis (Revillos), Somos Siniestro Total (ACDC), Vamos muy bien (Obus), No somos de Monforte (Dead Kennedys), Rock en Samil (Ramones)- momentos surrealistas - el célebre hola mamá estoy saliendo en la tele de Coppini cantando Purdey– y un buen puñado de himnos festivos que forman parte del historial de las noches de diversión de los que hoy ya son padres de familia y de sus hijos. De momento decimos adiós a Siniestro Total, aunque nunca se sabe, siempre puede ser un hasta luego. ¡Esas palmas, coño!