Agresiones sonoras en toda regla o prístinas melodías arropadas por el delicado murmullo de la guitarra acústica. Metallica o los Beatles. Pantera o The Byrds. El californiano Tony Molina ha desarrollado su carrera con distintas bandas -Ovens, Caged Animal, Violent Change...-. y entre dos extremos aparentemente antagónicos, que de algún modo han terminado por confluir en su obra en solitario.

No es esta alternancia radical, sin embargo, la característica que distingue los trabajos de Molina, sino su ánimo "conceptista", que eleva la concisión a categoría estilística en sus composiciones.

Sus canciones no siguen la estructura versos, estribillo, versos, estribillo, sino que se reducen a versos -pocos-, estribillo -si acaso- y, de postre, un vigoroso riff de guitarra en la tradición de J. Macis (Dinosaur Jr) o Kurt Bloch en los tiempos de The Fasbacks. O de Metallica, por supuesto. 

Se acaba de publicar "Songs from San Mateo County", un trabajo con catorce canciones inéditas, algunas quizá sin terminar -es difícil saberlo con Molina- compuestas antes y después de "Dissed and Dismissed", el disco que puso al músico de la bahía de San Francisco en el mapa en 2013.

Como en aquel trabajo, brillan los pildorazos power pop construidos en la mejor tradición de Teenage Fanclub, Guided By Voices o Weezer, mientras apenas asoman las incursiones por los terrenos acústicos que bordó en "Confront the Truth" (2016) o en "Kill the lights" (2018), que incluían maravillas como "Nothing I Can Say"-Gene Clark podría firmarla-.

Molina confiesa que ha pasado años sumido en la depresión y que en ese estado ha compuesto muchas de sus canciones. Sin embargo, la música contenida en "Songs from San Mateo County" produce el efecto contrario, una ola euforizante que despeja los nubarrones de un plumazo.

Solo siete de las catorce canciones superan el minuto de duración y ninguna llega a los dos. Tiempo de sobra para que Molina despliegue su arco iris de melodías y que casi antes de que puedas saborearlas, se desvanezcan invariablemente en el afilado aguijón de su guitarra. Imposible no quedarse con ganas de más.