Hay gente “que no sospecha que dentro de las canciones hay túneles y laberintos, enigmas y hasta conjuros”. Pobres.  No está pensada para esa gente la última novela de Carlos Zanón, ‘Love Song’.

Por la ruta que discurre a lo largo de los vericuetos que llevan de canción a canción, el autor barcelonés propone como centinelas a tres músicos que quieren volver a sentirse músicos, que comparten miedos, amores, libros, carretera, drogas, que se roban versos e ideas, que harían cualquier cosa por ayudarse y un minuto después se mandarían a la mierda. Eileen, Jim y Cowboy.

Y junto a ellos, primero como conductor, luego como algo más, Polidori, que en realidad es Sandino, que en realidad es Jose, el de ‘Taxi’, anterior novela de Zanón. Un tipo lleno de contradicciones, sin que la menor de ellas sea que es “flaco pero fondón”.

Los cuatro recorren la costa mediterránea en una gira anónima por campings y bares anodinos donde los músicos, que han conocido cierto éxito, no puedan ser identificados. “Bajo bandera falsa”, en lo que Jim define como ‘Cutre Lux Tour’. Por el placer de tocar juntos.

Hacen versiones y el clímax de todas ellas, con la que cierran desde el primer bolo, es ‘The Whole of The Moon’. Su historia personal está marcada por aquella vez en que Jim conoció en Edimburgo a Mike Scott, deambuló por la calle con el trompetista Roddy Lorimer y se enamoró de una música callejera que anticipó la llegada a su vida de Eileen.

En homenaje al año en que se grabó esa canción, la banda decide tocar solo temas de 1985 y trasladarse allí a vivir. Sin internet, sin móviles, sin Spotify.

Por sus setlists pasan ‘Raspberry Beret’ de Prince, ‘Broken Wings’ de Mr Mister, ‘Living on My Own’ de Queen, ‘Dancing in The Street’ en versión de Bowie y Jagger, temas de ‘Rain Dogs’ de Tom Waits, de ‘Meat is Murder’ de los Smiths, de ‘Low-Life’ de New Order, de ‘Steve McQueen’ de Prefab Sprout o el ‘Just Like Honey’ de Jesus & Mary Chain. ‘We Are the World’, el gran éxito popular de ese año, “ni de coña”.


Pero, porque así lo deciden sus cambios de humor o los contratistas que les pagan, se saltan esa frontera de 1985 cuando les conviene, hacia delante o hacia atrás. Y en sus conciertos o en sus conversaciones aparecen “cartas ganadoras” como los Flamin’ Groovies, Big Star o los Kinks, pero también Pulp, Christina Rosenvinge y Nacho Vegas, P.J. Harvey, Nick Curran, Lucinda Williams, Wilco, The Cranberries, John Cale o los Pistols, entre otros muchos.

Conociendo los antecedentes musicales de las tramas de Zanón, en una novela que se titula ‘Love Song’ (Ed. Salamandra) ya cabía esperar esta sucesión de artistas considerados clásicos, al menos para los raritos y nostálgicos que siguen esa música ahora residual que se llama rock&roll.

Pero el papel estelar de los Muffs sí que es una auténtica sorpresa. Sus canciones, que para Eileen representan una música “poderosa, joven, invencible”, aparecen desde el primer capítulo del libro y protagonizan uno de los grandes momentos de la banda, esa noche en la que viven unos minutos mágicos de comunión y enlazan ‘Lucky Guy’, ‘Big Mouth’, ‘On and On’ y ‘Sad Tomorrow’.

La enfermedad que en 2019 causó la muerte en la vida real -ojalá hubiera sido una ficción- a la líder de los Muffs, Kim Shattuck, tiene también que ver con el destino de los personajes. Shattuck se asoma entre los bastidores de la novela de una manera conmovedora.

 

Lo mejor de todo es que Zanón pone en la boca o en la guitarra de sus protagonistas a decenas de grupos y lo hace sin alardes, de manera natural. Nada es forzado. A los que nunca hemos salido de gira con un grupo nos resulta perfectamente creíble que todo suceda como sucede en ‘Love Song’. Les escuchamos hablar y sabemos que son así de verdad.

Ocurre así con la música y también con las referencias literarias, desde el propio apodo con el que bautizan a Polidori hasta los poemas de Wislawa Szymborska. La escena en la que leen en alto ‘La habitación del suicida’ resulta escalofriante.

‘Love Song’ se llaman todas las canciones que Jim compone para Eileen. Componer: “atrapar esas melodías que parecían estar suspendidas en el aire porque si ellos no las atrapaban se desvanecerían hasta desaparecer para siempre”, acierta Polidori.

“No sabían comunicarse entre ellos, no sabían quererse ni odiarse”. Qué personajes tan fáciles de entender y qué disfrute de novela de Zanón, que además de obras como ‘Taxi’, ‘Tarde, mal y nunca’, ‘Yo fui Johnny Thunders’ o ‘Carvalho: problemas de identidad” ha puesto letra a muchas buenas canciones del rock español.