Nick Cave

El semidios Cave ha cumplido su palabra y el día tres de marzo se puso a la venta su decimocuarto disco Dig, Lazarus, Dig dejando además todos sus temas a disposición de sus fans en su myspace, según su compañía para que comprueben lo que les espera cuando le vayan a ver en directo. El hombre del bigote ha dejado claro una vez más que lo suyo es ir por delante del resto, y lo demuestra hasta en lo de hacerse mayor con dignidad.

Si hay personajes del mundo del rock que con el tiempo intentan parecer más malos o más buenos según el viento que sople en sus carreras, Nick Cave es como Clint Eastwood encarnando al sargento Callahan, es la aspereza sin fisuras ni concesiones desde que empezó hace más de treinta años, y al igual que el actor cuando maduró y se hizo director, sus últimos trabajos son joyas para adultos amantes de la música, para personas que han escuchado ya muchas canciones y necesitan algo que les haga levantar el pie sin tener que sentirse como el padre de la mayoría de los que están en el concierto.

Dig. Lazarus, Dig empieza con el tema del mismo nombre, con un sonido muy próximo al que consiguió Wayne Kramer en Citizen Wayne en el año 97. Guitarras distorsionadas pero limpias y su profunda voz hablando su música como Lou Reed, coros que elevan los dos acordes de la canción como si estuvieran cantando Jesucristo Superstar y un final de rotura de algo que seguro que no es el mostacho del autor. En el centro del disco hay tres temas que no te pueden pasar desapercibidos, Night of the Lotus Eaters nos lleva a los años ochenta, cuando los grupos experimentaban con sonidos y ritmos buscando salirse del patrón del blues y hacían algo más que copiarse eternamente. A continuación aparece Albert goes West que por momentos recuerda al difunto Joey Ramone cuando dejó paso a su voz grave y seguida We call upon the author, un tema con paradiña incluida, que va incrementando el ritmo del disco para hacerte ver que es un disco que crece tema a tema. El disco finaliza con More news from Nowhere, un tema de más de siete minutos que parece dar la razón al fan que se resiste a asumir que lo bueno se acaba y abrá que esperar una temporada para que nuevamente Nick Cave and the Bad Seeds vuelvan a dejar otra perla en su reproductor de cds.