Hay títulos que anticipan un contenido, ya sea este cinematográfico, literario o musical. "Los Años Luz" refleja esa sensación de plenitud, de dulce entrega,, de tomarse las cosas con la calma que da una madurez sobrevenida, aunque plenamente asentada.

 

Estas son canciones destinadas para salvar el final de cada día. Su creador, el "songwriter" español, Félix Lineker , nos desvela su universo sonoro con un nuevo capítulo de medios tiempos crepusculares, ideales para musicar cualquier atardecer californiano. Con el desierto a la espalda y la visión de un océano tan azul, enigmático e inabarcable.

Félix se puso en las manos experimentadas del productor multi instrumentista Charlie Bautista para resolver sin problemas el temido síndrome del segundo álbum.

Y Bautista acertó de pleno con un sonido orgánico, preciosista y natural, rico en arreglos para moldear esos destellos de sinceridad contenida, de timidez sin tapujos, de arrebato y resignación. Todo ello, marca de la factoría Lineker. Si te gustan nombres como Nacho Vegas, Kurt Vile, War on Drugs o el Neil Young más reflexivo, te seducirá la particular música pop de Félix Lineker.

El disco comienza con una breve enunciación de principios titulada "De vuelta y media": "Pasa el tiempo y sigo aqui/ De vuelta y media...", apenas un minuto que se engarza con una joya titulada "Las Horas", y que Josh Rouse o Ryan Adams firmarín sin dudar. Brisa y ozono para respirar profundo y notar que estas vivo. "Las Horas" es una declaración de amor a las musas y a la música como salvavidas existencial.

Si las notas del monumental vals eléctrico que es "Tijeras y Ojos" no consiguen desarmar al posible oyente, es que éste ya posee la misma sensibilidad de un finado o de un zombie. Y es que frases tan certeras como: " Me puse en tu piel y en tu mente retorcida/ Para comprobar la realidad de mentira/ Entré y vi a un croupier barajando tus sueños, delante de ti, de mi", no pueden ser fruto de una simple casualidad. Con un epílogo de guitarras in crescendo que es, como mínimo, memorable.

 

"Nos rendimos" es una preciosa "love song" ruteando por carreteras americanas secundarias.

"Astronautas" es el "Space Oddity" particular de Lineker. Notas planeadoras para una balada cósmica y tecnológica. Belleza en estado puro.

"Las consecuencias" toma apuntes de la escuela del maestro Quique González, solo que al final, el alumno se reafirma con solvencia y personalidad propias.

A Lineker, por razones de edad y vivencias personales, el indie nacional de los noventa le afectó positivamente. Y eso se refleja de forma incontestable en el tema rocker del album, "Incendio". Aquí se perciben ecos de Planetas, Surfin' Bichos o Australian Blonde. Eddie Vedder estaría encantado de apuntarse a los coros.

"En calma" es brisa suave del Pacífico, puro y duro Laurel Canyon Sound. Jonathan Wilson y el Neil Young de "On the Beach", solo que en castellano y grabado en los Subsonic Estudios de Madrid.

"Sin paracaidas" y "Cuando desapareces" provocan sed de agua y poesía, simultáneamente. Con el sol torturando tu cuerpo y la nostalgia de lo perdido anidando en tu corazón. Autoafirmación y resignación sutilmente sobrellevada.

El epilogo lleva el nombre "Montaña" y destila la esencia creativa de su autor al cien por cien. Folk/Rock y psicodelia de primera división. Crosby, Stills & Nash como referentes naturales pero con la personalidad de alguien que vive por y para su música. Gran acompañamiento a los controles de Charlie Bautista para que el protagonista pueda desarrollar, por partida doble, filigranas de gran POP y orfebrería de clásica raigambre sixties.

"Los años luz" se cocinan a fuego lento y se disfrutan mejor en soledad. Aquí no encontraras sobredosis de guitarras ni alaridos rock. Como en " Magia Azul", su debut a recuperar, Félix Lineker se muestra como lo que realmente es: un humilde y grandioso artesano de la sensibilidad con un talento particular para lograr emocionar al oyente más sensible. De manera sutil, incontestable.