The Joker, Serenade, Rock’N Me, Jet Airliner, Fly Like An Eagle, por citar solo algunas, deben figurar en cualquier antología que se precie de las mejores canciones de los 70 y, a su vez, Steve Miller ocuparun lugar de privilegio en el Olimpo de las grandes estrellas del rock norteamericano que explotaron esa década como Bruce Springsteen, John Fogerty, Bob Seger, Lou Reed, Neil Young, Tom Petty…
Natural de Wisconsin pero criado en Dallas, Steven Haworth Miller se empapó desde niño del blues y el jazz por la afición de sus padres, incluso apadrinado por Les Paul y T-Bone Walker que frecuentaban la casa de sus progenitores. En busca de perfeccionar su estilo a los 20 años se fue a Chicago, donde demostró sus dotes de gran guitarrista y llegó a tocar con Muddy Waters, Howlin’ Wolf y Buddy Guy.
En 1966 formó la Steve Miller Band junto a su íntimo amigo de la universidad Boz Scaggs, de dilatada y exitosa carrera posterior como solista, que participó en los dos primeros álbumes. Siguieron cinco Lp’s más hasta que en 1973 llegó el bombazo.
Sin desdeñar sus raíces, la Steve Miller Band, radicada ya en San Francisco, se orientó más al rock y esa fructífera etapa de cinco años (1973-1977), que abarca tres discos, queda perfectamente reflejada en el recopliatorio Greatest Hits, con 14 cortes sin desperdicio.
Comodín burlón
The Joker te engancha desde el primer momento. Escucharla casi 50 años después suena igual de fresca, pegadiza y divertida. Miller se define como el comodín burlón de la baraja, pero también un cowboy del espacio, gángster del amor -ambas títulos de canciones anteriores-, amante, pecador y hasta fumador nocturno de hierba con un estribillo irresistible.
Fue su primer #1 en EE.UU, pero todavía quedaba mucho y bueno por llegar.
En 1976 se publica Fly Like An Eagle, su cima creativa e instrumental ya graduado como un sobresaliente guitarrista, cantante y respaldado por la compacta base de Lonnie Turner al bajo y Gary Mallaber a la batería.
Las acústicas y la voz delicada de Miller nos envuelven en Serenade, una delicia popera con la consistencia rítmica y melodía arrolladora. M-Clan la homenajearon en el directo ’Sin enchufe’ rebautizada como ‘Llamando a la tierra’.
Rock’N Me contiene uno de los mejores riffs guitarreros de la historia del rock con la apisonadora de Mallaber en las baquetas y Turner a las cuatro cuerdas, cambios tremendos y la voz que te encandila de Miller, feliz de seguir ‘rockeando’ con su chica en un recorrido desde Phoenix hasta California.
No decae el brío en Take The Money And Run, nueva descarga con Mallaber golpeando como un poseso, aluvión de guitas rítmicas, palmadas, coros ‘uhhhhh’ y Miller soberbio cantando la historia de una pareja reencarnados en Bonnie & Clyde en la que él (Billy Joe) no duda en disparar a quien se interpone en los robos y ella (Bobby Sue) coge el dinero para escapar a toda velocidad.
Volar como un águila
Fly Like An Eagle, con otro formidable fraseo de guitarra y sintetizadores que nos elevan al cielo: “Quiero volar como un águila, dejar que mi espíritu me conduzca hasta sentirme libre” canta Miller inmerso en una atmósfera de psicodelia hipnótica. Neville Brothers la reinterpretaron para aportar su fragancia de Nueva Orleans.
El álbum, considerado el mejor del año por la revista Rolling Stone, incluye otros estimulantes pasajes como la campera Dance, Dance, Dance, dinámica y bailable al son de slides, virtuoso dobro de John McFee (Doobie Brothers) y un guiño a las praderas del oeste. En contraste, Wild Mountain Honey es una emotiva balada repleta de teclas y sitares de ambiente sideral con la melosa interpretación de Miller.
No hay dos sin tres y el siguiente duración, Book Of Dreams (1977), continúa derrochando dosis del mejor rock de alto octanaje.
Tras una ráfaga intergaláctica (Threshold) se abren paso las guitarras en Jet Airliner, versión del caboverdiano Paul Pena, con otro memorable riff de Steve Miller que nos levanta del asiento, estribillo para enmarcar y una banda reforzada con Greg Douglas a las guitarras y Byron Allred en las teclas.
Amor selvático
Momento álgido es también la enérgica Jungle Love. Los consabidos sintetizadores de otras galaxias, silbido y ritmo cañero con la base a todo meter, punteos incisivos y un tan pasional como peligroso Steve Miller, determinado a encerrar a la chica en su guarida y tirar la llave porque el suyo es ‘amor de la selva’.
Un poderoso crescendo de bate y bajo es el preámbulo de Swingtown, destellos a las seis cuerdas de Miller, portentoso con la voz, que invita a bailar en la ciudad del swing, requiebros con las teclas de Allred y desatado desarrollo.
True Fine Love suena muy sesentera, ritmo sincopado y guitas inquietas para otra exhibición gutural de Miller, en tanto que The Stake, compuesta por el exmiembro del grupo David Denny, rezuma el espíritu del rock progresivo con esencia bluesera, la voz filtrada de Miller y su dominio para puntear con maestría.
Remanso psicodélico en Winter Time con acústicas, sitar, teclas por doquier y un Miller nostálgico del verano por la llegada del invierno.
Completada esta suprema trilogía, la trayectoria de Steve Miller ha sido desigual. Volvió a subir a lo más alto de las listas y las discotecas con Abracadabra (1982) con Lp's cada vez más espaciados y paulatina vuelta al blues.
De hecho en lo que va de siglo sólo ha publicado dos álbumes, el último de 2011, aunque nunca ha dejado de tocar en directo. Este 2022 tiene fechas hasta agosto y todavía le esperamos en España para que nos visite por primera vez. Mantenemos la esperanza.
. Discos recomendados: Sailor (1968), Brave New World (1969), The Joker (1973), Fly Like An Eagle (1976), Book Of Dreams (1977), Bingo! (2010), Let Your Hair Down (2011).
La Psiquiatría diagnostica como ’trastorno mental’ a las personas bipolares, pero esa alteración se torna en virtud cuando se aplica a la música y mejor cuanto más multipolar.
Tal es el caso de Yola, británica de raza negra, voluminoso cuerpo, ensortijado cabello y, sobre todo, una excelente cantautora que sin renunciar a su herencia soulera se desenvuelve de maravilla en el country para romper el estereotipo de que este estilo es privativo de rubias norteamericanas con voces cristalinas.
Yolanda Claire Quartey, natural de Bristol, empezó en el grupo local Phantom Limb (2005 a 2012), colaboró como vocalista para otros artistas y se aventuró en solitario con el EP Orphan Offering (2016) en memoria a su madre fallecida tres años antes.
El lanzamiento definitivo llegó en 2019 con el deslumbrante Walk Through Fire, obviamente grabado en Nashville. Bajo la producción nada invasiva del afamado Dan Auerbach, líder de Black Keys, Yola destapa sus sentimientos e influencias para transitar del soul al pop y, desde luego, impregnada del aroma country durante 42 reconfortantes minutos.
Elegante
La elegancia inunda el álbum con una voz de terciopelo que por momentos se desata cual torrente como en el single Faraway Look. Supremo timbre de Yola que descubre en su pareja “una mirada distante que difícilmente puede disimular” al amparo del órgano de Ray Jacildo y las buenas guitarras de Russ Pahl y el propio Auerbach, que coescribe casi todos los temas.
El tranquilo piano de Booby Wood introduce Shady Grove con orquestación, las acústicas de Mark Howard, la steel de Pahl y la perfecta fusión blanquinegra de una triste Yola en medio de la ‘arboleda sombría’.
Ride Out In The Country desnuda el alma ‘Americana’ de Yola, que entra y sale del amor necesitada de escapar al campo, mecida con los bonitos fraseos de Pahl, Billy Sandford y Auerbach y secundada con los estupendos coros de Leisa Hans y Ashley Wilcoxson.
La melancolía lo invade todo en Lonely The Night, de los momentos más emotivos del álbum y estribillo antológico. “Hablo con tu sombra en mi habitación… La noche es lo que les queda a los que han perdido a su amor” canta una abatida Yola para volver a impresionarnos en una desgarradora balada apenas arrastrada por la batería de Gene Chrisman y el bajo de Dave Roe.
Still Gone es otra historia de desamor. “Sigues ausente aunque te veo en cada sitio al que voy” pero el ritmo es mucho más vivo y enésimo alarde vocal de Yola con los punteos finos de Pahl.
Camino sobre el fuego
Dan Penn, autor de innumerables grandes canciones que han cantado Aretha Franklin, Irma Thomas, Otis Redding, Janis Joplin, Box Tops, Buddy Guy…, colabora en Walk Through Fire que da nombre al disco. Delicatesen country con el violín de Stuart Duncan, el banjo de Mark Howard, la steel de Pahl y la armónica de Charlie McCoy, sobre los que emerge la portentosa garganta de Yola, capaz de caminar sobre el fuego del amor.
Rock Me Gently conserva los efluvios campestres para regalarnos otra balada plena de sentimiento y cariño. Todo lo que pide es sentirse querida suavemente por su ser amado toda la noche.
Tintes de góspel de Hans y Wilcoxson se entreveran en It Ain’t Easier con una Yola que se va enfureciendo de forma magistral en otra acertada fusión country-soul.
Vince Gill, estrella del country, rivaliza con Yola en Keep Me Here, logrado dueto de mansedumbre musical que va cobrando intensidad con el virtuoso piano de Wood y el órgano de Jacildo.
Las praderas del ‘far west’ se vislumbran en Love All Night (Work All Day) con la recomendación de amar por la noche y trabajar durante el día, también en la apacible Deep Blue Dream dulcificada con el violín de Duncan, en tanto que Love Is The Light cierra el álbum con la misma receta placentera de la voz envolvente de Yola y un acompañamiento de lujo.
Walk Through Fire fue nominado a los Grammy como mejor disco en la categoría de Americana y el cuento está lejos de terminar, porque el pasado año editó el segundo larga duración, Stand For Myself, con los mismos placenteros mimbres.
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