Gruppo Sportivo podrían ser la banda más mentirosa del mundo. Unos holandeses de nombre italiano que cantan en inglés y, a veces, hasta en francés y neerlandés.

Originarios de La Haya en torno a su líder y principal compositor, Hans Vandenburg, también conocido como Van de Fruits, esta 'pandilla deportiva' fueron una de las propuestas más desenfadadas del pop-rock en la segunda mitad de los 70.

La fórmula tan simple como lucida de una potente base rítmica del batería Max Mollinger y el bajista Joris Lutz, el mencionado Vandenburg a la voz y guitarras, el teclista y también cantante Peter Calicher, coronado con el divertido coro femenino de Josee van Iersel y Meike Touw.

De tristes ya está el mundo lleno

10 Mistakes, su segundo álbum publicado en 1977, es la perfecta plasmación de su música alegre y bailable, incluida su procaz portada.

Y qué mejor ejemplo que el arranque con la supersónica Beep Beep Love. Arrastrada por un incansable piano, Vandenburg va contando cómo será el amor en el futuro con una extraterrestre de Venus y el asentimiento del dúo femenino. 

Tan desternillante es Superman, que toma prestado acordes de Frank Zappa para volver al protagonismo de las teclas de Calicher, quien es el cantante solista armado con las baquetas de Mollinger y unos irresistibles coros La-La-La. +

Más de seis minutos de puro goce en una rocambolesca historia de un trío amoroso en la que el amante está en la cárcel por casi matar al marido y ella no sabe a quién besar primero.

Cerramos los ojos y nos sumergimos en el espíritu de los grupos vocales de los 60 con Lasting Forever. Nuevo hilarante relato de infidelidad con desenlace fatal para Vandenburg que acaba en silla de ruedas, adornado con un formidable saxo de Jan Tans.

"Me enamoro de todas las chicas, pero ellas ni me miran" comienza Girls Never Know con una batería desenfrenada y el colorido Farfisa para otra ocurrente tragicomedia.

Sonido garajero en otra guasa de nombre I Shot My Manager, con guiño a la clásica de reggae (I Shot The Sheriff). "Disparé a mi representante porque se llevaba todos los derechos de autor. Oye casa de discos, quisiera tener un éxito como el de Bob Marley".

Los Secretos son el grupo español de pop-rock tanto de mayor recorrido como de reconocimiento masivo que empezó a finales de los 70 con el nombre de Tos, tuvo su primer gran impacto con Déjame y continúa hasta nuestros días sin haber perdido una pizca el afecto de la afición.

Esa longevidad de estos madrileños de Argüelles tiene el mérito añadido de haber conservado su estilo propio y una coherente evolución para encarnar la mejor referencia del country-rock nacional, pese a que la tragedia les golpeó repetidamente con la muerte de varios de sus miembros.

Madurez

Puestos a elegir entre su amplia discografía nos fijamos en La Calle del Olvido (1989), uno de sus trabajos de plena madurez instrumental y creativa.

Los hermanos Urquijo, Álvaro (guitarra y voz) y Enrique, que deja el bajo para centrarse como cantante, coescriben buena parte de las canciones y también aportan otras en solitario para apuntalar definitivamente su estilo de melodías agradables no exentas de nervio rítmico.

'No seré yo' es el punto de partida con las guitarras rasgadas, los punteos siempre exquisitos de Ramón Arroyo y el genuino tono triste de Enrique: "Todos pasaron por tus manos,  a quién no has roto el corazón".

Continuamos con 'Qué solo estás', en su mejor vena campera con la animada base del batería Steve Jordan, el bajo que se alternan en el álbum Nacho Lles y el productor Joaquín Torres y la delicada voz de Álvaro que avanza de la mano de los soberbios solos de Arroyo.

Una de las dos versiones del disco es de su amigo José María Granados, 'Nuevo color', con un arreglo que mejora sustancialmente la original de Mamá una década antes.

'Soy como dos' vuelve a tener el protagonismo vocal de Álvaro en una letra que refleja la relación entre los dos hermanos, vestida con una gran instrumentación.

El tema que da título al álbum muestra el creciente interés de Enrique por la música mexicana. "Por la calle del olvido vagan tu sombra y la mía, cada una en una acera por las cosas de la vida", por donde discurre la delicada steel de Arroyo.

Enrique también firma 'Culpable' en una de sus habituales letras melancólicas y hasta mortificantes, que engarza perfectamente con la otra versión, 'Todo ha sido un juego', de Unidad Móvil. Acertado homenaje a esta efímera banda barcelonesa de pop-rock que mereció mayor cariño.